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Europeas 2024: El malestar rural presenta su candidatura

Los tractores irrumpen en la política europea como un símbolo de fractura del mundo urbano con el rural, entre el temor a la instrumentalización de sus reivindicaciones y la enmienda general a las políticas climáticas europeas

Un runner atraviesa la ronda norte de Valencia, cortada este martes.

Un runner atraviesa la ronda norte de Valencia, cortada este martes. / EFE

José Luis García Nieves

Cuando la ciudad despertó el tractor estaba allí. Esta semana, la ola de malestar que recorre el mundo rural europeo se ha hecho acero y humo en la Comunitat Valenciana y en España. Accesos a las ciudades bloqueados a primera hora, plataformas logísticas y puertos rodeados, y tractoradas penetrando en las grandes avenidas e instituciones políticas de ciudades como Castelló, Barcelona o Bruselas. El tractor, esa es la fuerza y el símbolo de la protesta. Enormes como animales prehistóricos, ejemplares llegados de un hábitat que, precisamente, ha emergido para expresar al mundo urbano que se siente olvidado y agraviado, y que ha puesto en guardia a partidos políticos e instituciones por su posible impacto en las próximas elecciones europeas.

La protesta de los agricultores en la entrada del Puerto de Castelló, el miércoles.

La protesta de los agricultores en la entrada del Puerto de Castelló, el miércoles. / GABRIEL UTIEL

“En su discurso hay un sentimiento de fractura respecto a un mundo urbano que no les entiende ni conoce las condiciones en que viven”, explica a Levante-EMV, del grupo Prensa Ibérica, Ignacio Urquizu, profesor de Sociología de la Complutense de Madrid y, precisamente, habitante de la España vacía, donde fue alcalde de la localidad turolense de Alcañiz. Ese sentimiento de incomprensión toca fibras profundas, y se percibe en muchas protestas de los últimos años: como las del mundo de la caza, que también emergió hace un año a pocas semanas de las elecciones autonómicas, con una marcha multitudinaria en Valencia, o en el mundo del toro, que se reafirma en los últimos años como expresión cultural.

Y esta fractura tiene impacto político. “Esta fractura afecta más a la izquierda que a la derecha. La gente conservadora tanto en la ciudad como en el pueblo está a favor de la caza, los toros, el mundo agrario… En cambio, la izquierda rural sí empatiza más con estas reivindicaciones frente a la izquierda de las ciudades si tiene más sentimiento de fractura respecto a eso. Sumar o Podemos tienen muy poco peso rural. A la derecha la fractura no le hace mella. A la izquierdas sí le genera más dificultades en el discurso. Esa división urbano/rural hace más daño a la izquierda”, reflexiona Ignacio Urquizu.

“Este es el gran tema que esperaba Vox para recuperar el voto perdido”, explica Anna López Ortega, doctora en Ciencias Políticas. “No fue casualidad la elección de las conselleries de Agricultura pactadas con los gobiernos del PP. Sólo hay que revisar los programas, actos y carteles de campaña desde 2019. El del 23J lo resume: “Vota Campo”, añade. 

Este uno de los consensos que está dejando esta ola de indignación rural europea: el temor a la instrumentalización de un malestar legítimo y fundado por parte de posiciones anticlimáticas y antieuropeas. En un contexto de dura pugna entre PP y Vox por el espacio conservador, con el partido de Abascal en retroceso, Vox está jugando sus cartas como el gran interlocutor del mundo rural ante las instituciones europeas. Se verá con nitidez en la reunión que el día 14 mantendrán en Bruselas los cuatro consejeros del campo que tiene Vox en gobiernos autonómicos -Castilla y León, Aragón, Comunitat Valenciana y Extremadura- con el comisario de Agricultura y Desarrollo Rural, Janusz Wojciechowski, y presentarle las principales reivindicaciones del sector primario español.

“No es algo nuevo en las estrategias globales de la extrema derecha. Vox copió a Le Pen (lideresa del histórico Frente Nacional francés) porque sabía que el campo era un nicho electoral a explotar. Abascal fue el único partido que acudió a la gran manifestación de Asaja en Madrid el año pasado. Vox ha reclutado miembros de organizaciones agrarias y asociaciones de ganaderos así como del mundo del toro, como el caso valenciano Vicente Barrera”, añade López Ortega. Cruzando los datos del CIS, donde mejores valoraciones obtiene Santiago Abascal es entre los agricultores.

La rebelión a través del whatsapp

Todos coinciden en eso. A pesar de la disparidad de reivindicaciones del campo europeo, de la diversidad de intereses entre regiones y países, e incluso de las diferentes sensibilidades ideológicas en la forma de enfocar el futuro de la agricultura, esta protesta difusa tiene un elemento común: el riesgo de intrumentalización.

Tanto Bruselas y el exceso de burocracia como la Agenda 2030 y su impacto en la agricultura, son dos de los chivos expiatorios de los partidos de ultraderecha. Y también son dos ‘hits’ en muchas de las pancartas que estos días cuelgan de los tractores. Uno de las plataformas agrarias surgidas de manera espontánea en esta ola de malestar hablaba en un manifiesto, precisamente, en esos términos. Los escritos de la plataforma 6F, surgida a través de grupos de whatsapp, incorpora un cóctel de posiciones extremas: desde derogar el pacto Verde Europeo, pasando por la eliminación de leyes nacionales a eliminar las subvenciones y apoyo público a las organizaciones agrarias. Muchos les han seguido por el cúmulo de hartazgo, sin esperar al calendario de protestas que las organizaciones tradicionales tenían preparado.

Precisamente en torno a esto último, el catedrático de Sociología de la UV Antonio Ariño señala otro de los rasgos de esta oleada difusa y transversal de malestar agrario: una crisis de representatividad. “Hablamos de productores que están formalmente integrados en grandes organizaciones de representación por las que no se sienten representados. Lo que estamos viendo es que no se sienten representados por quienes están negociando con el ministerio. Y eso tiene interés sociológico”. “Hay un malestar social que no tiene representación política en este momento, y Vox trata de aprovecharse en ella porque seguramente tiene canales de penetración ahí”, añade. Y es que esta oleada de protestas se ha articulado en parte a través de estos canales alternativos, anticipándose a los calendarios de las organizaciones tradicionales. Al igual que ocurrió hace un año con la aparición de una nueva plataforma de transportistas alternativas liderada por Manuel Hernández, Manolínen esta ocasión uno de los rostros de la protesta agraria está siendo una valenciana, Lola Guzmán, que en el pasado participó en actos con Vox.

La tractorada bloquea la A3, esta semana.

La tractorada bloquea la A3, esta semana. / JM LÓPEZ

Reacción de las instituciones

Al margen de estos condicionantes, lo que está claro es que las instituciones han tomado nota: Macron ha presentado un potente paquete de medidas, y Von der Leyen, por su parte, ha anunciado la retirada del plan de la Comisión Europea para recortar los pesticidas en un 50%. El contexto es importante, a 150 días de unas elecciones donde convergen muchos malestares, donde se juega un modelo de Europa y donde la ultraderecha parte con buenas expectativas.

“Los resultados van a ser alarmantes. Va a ganar en Francia, en Italia, y en Alemania y en el este de Europa se espera una presencia importante. Mucha gente moderada, desde la socialdemocracia al conservadurismo clásico, no irá a votar”, advierte Vicente Pallardó, profesor de la Facultad de Economía de la Universitat de València

Liderazgo europeo invisible

Este especialista en Economía Internacional tiene claro donde está el problema. “Hay un intento en la Comisión Europea de ejercer un liderazgo en la lucha contra el cambio climático que puede estar muy bien conceptualmente pero que tiene dos problemas. El primero es que se está olvidando de las repercusiones negativas que tiene sobre nuestros sectores productivos. Y ese primer déficit conlleva consecuencias: va a favorecer a aquellos que ven con peores ojos ese liderazgo, los que van contra la lucha contra el cambio climático, que en Europa es la ultraderecha”, apunta.

Hay un segundo problema de este ‘liderazgo ambiental’ europeo que, paradójicamente, no arrastra a nadie más en el planeta, ni a EE UU ni a China ni a India: “Como consecuencia de este proceso estás desviando producción que se hace medioambientalmente más sostenible en Europea a países donde se hace de forma menos sostenible. No solo estás atacando la economía europea, también el medioambiente global”, lamenta. “Es verdaderamente sorprendente la poca atención que se está prestando a las consecuencias en los sectores productivos europeos, que parezca despertar tan poca sensibilidad en la Comisión Europea”, concluye el experto.

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