El incremento de los costes eleva la mortalidad empresarial en Canarias

Uno de cada tres negocios creados en las Islas desde 2019 no llega a cumplir su quinto año

El Archipiélago es la región en la que cierran un mayor porcentaje de empresas

Abrir un negocio no es fácil. Decidirse a hacerlo, reunir el capital necesario y ponerlo en marcha es para muchos un esfuerzo titánico que en un buen porcentaje de casos no tiene un final feliz. La mortalidad empresarial en Canarias es la más alta de todo el país. Algo que se traduce en que uno de cada tres negocios no llega a cumplir su quinto año de vida. Una situación que no es nueva en las Islas pero que se ha recrudecido en los últimos tiempos, en los que los emprendedores se han tenido que enfrentar a múltiples desafíos. La pandemia primero y la crisis inflacionista que sobrevino después han disparado los costes de todo el tejido económico. Una situación que muchos no han podido resistir y se han visto obligados a bajar definitivamente la persiana de sus negocios.

En Canarias desde 2019 un total de 5.446 empresas han cesado su actividad. Un número alto que eleva la mortalidad empresarial de los proyectos iniciados en ese periodo hasta el 31,2%. La tasa más alta de España, solo superada por las que registran las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Y un porcentaje que lejos de reducirse se ha incrementado desde 2022, cuando era del 24%. Canarias está, de hecho, alejada de la media estatal que se sitúa en el 26,4%, según un estudio elaborado por Informa D&B. En total en todo el país, los cierres se han cebado con 124.419 negocios. 

Pero, ¿cuáles son los motivos para que la mortalidad empresarial sea tan alta en el Archipiélago? La respuesta debe buscarse en múltiples factores. Como le ha ocurrido al tejido empresarial de cualquier rincón de España, el alza de los costes ha complicado la actividad de muchos negocios. El aumento del precio de la electricidad, del género y las materias primas o de los salarios se suma en las Islas a los importantes incrementos vinculados al transporte, que para los negocios isleños son determinantes dada la lejanía del Archipiélago con el territorio continental.  

El estudio también apunta a varios factores que hacen más probable el cierre de una empresa antes de cumplir su quinto aniversario. Uno de ellos es su tamaño, ya que las más pequeñas tienen muchas más probabilidades de acabar cesando su actividad que aquellas con un mayor volumen. En concreto, las microempresas –aquellas con hasta cinco trabajadores– son las tienen una tasa de mortalidad mayor, del 14,2%. Este tipo de negocios son mayoritarios en Canarias lo que hace a su tejido empresarial más vulnerable a los cierres. 

Otro de los condicionantes que hacen a las empresas de las Islas más frágiles a la hora de evitar un cierre prematuro es su alta dependencia del sector servicios. Aunque el informe evidencia que son las compañías vinculadas a la industria extractiva y textil las que registran una tasa de mortalidad más alta, las que pertenecen al comercio y la hostelería no se encuentran lejos. De acuerdo a los datos nacionales, el 30,6% de las tiendas abiertas desde 2019 –es decir 29.775 negocios– y el 27,7% de los ligados a la hostelería –un total de 13.335– han cerrado en los últimos cinco años. Por lo que no es raro que en Canarias, donde la mayoría de las empresas se vinculan a estos dos sectores, la amenaza de cierre aceche a muchos de los nuevos proyectos. 

A esta saturación del sector servicios se une además al mercado fragmentado de las Islas y la limitada cultura emprendedora que hace que en muchas ocasiones se pongan en marcha negocios abocados a la extinción desde un principio. Otro de los factores que también inciden para que la región sea la que cosecha la tasa más alta de mortalidad empresarial. 

Pero a la hora de cerrar no todos los negocios lo hacen de forma oficial y así lo destaca el estudio de Informa D&B. De las 124.419 empresas que cesaron su actividad comercial en España, el 73,27 % lo hizo de manera informal. ¿Qué quiere decir? Que siete de cada diez negocios que finaliza su actividad no lo comunica de manera oficial, es decir, no abre un procedimiento concursal, se da de baja de oficio o publica su disolución o extinción. La mayoría simplemente quedan en el limbo, inactivas, dejan de cumplir con la obligación de publicar sus cuentas o se encuentra ilocalizable. Cierres de cualquier manera que en muchas ocasiones dejan deudas con el banco, los proveedores, el dueño del local o sus propios trabajadores. El fracaso de un sueño que no pudo ser. 

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