Ana Jover | Alicante
El océano turístico afecta directamente a los servicios y al empleo y deja una huella importante en España. Dada la amplitud del sector, la atención sanitaria destaca dentro del gasto que hacen los turistas extranjeros por dejar muchos beneficios, otros tantos agujeros endémicos y algunos interrogantes. Y ahora que asoman las elecciones europeas es posible que haya propuestas, e incluso algunas respuestas en torno al disfrute de la Tarjeta Sanitaria Europea y también al uso fraudulento que algunos europeos hacen de ella, o sobre las amenazas para la salud por los movimientos transfronterizos.
En cuanto al empleo, existe un compromiso ya marcado desde la Unión Europea. El que concernía al turismo inteligente fue el primer Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (Perte) que impulsó el Gobierno de España con fondos europeos. Una media cercana a los 100 millones anuales se ha destinado a digitalizar y promover un turismo sostenible.
Benidorm fue el primer destino inteligente señalado por la administración española y las aplicaciones han tocado de pleno en el urbanismo, la movilidad y, por supuesto, el empleo. Europa ha valorado que para la recuperación de los territorios se apueste por las micropymes y el empleo rural. De cara al 9J, está por ver si la apuesta se mantendrá o se reorientará, dado que la participación económica de autonomías y ayuntamientos parece haber complicado la justificación de los fondos.
Respecto a la Sanidad, Europa ha avanzado mucho desde que en 2012 decidió poner en marcha la Tarjeta Sanitaria Europea (TSE) y aún más tras la pandemia. No obstante en España la vinculación de este servicio esencial con el turismo presenta dos puntos contrapuestos.
Desde hace años, la encuesta sobre el gasto que hacen los turistas extranjeros en nuestro país cuenta con el epígrafe de "Gasto voluntario en sanidad". Los datos del INE registraron 83,52 millones en 2023, un 39% más que el año anterior. Se trata de las partidas asociadas a clínicas y hospitales, tratamientos de bienestar y otros asociados al cuidado. El turismo de salud representa solo un 0,1% del total del gasto, que sigue liderando el ocio y las vacaciones (93.412 millones).
Pero frente a ese dato hay otro que se debate entre el derecho a los servicios y el fraude. Aquí es donde la UE tiene y puede desempeñar un papel clave. El informe del Tribunal de Cuentas cifró en 138,6 millones de euros el importe de las facturas emitidas, vinculadas al campo sanitario, pendientes de cobro con los países de la UE a 1 de enero de 2018. Los colegios profesionales llevan años denunciando una atención a turistas que fingen un percance. Uno de los casos más comunes son las operaciones de cadera, donde el turista simula una caída y después se comprueba que su lesión es anterior.
Con la llegada de las elecciones está por ver en qué medida la UE está dispuesta a que la Tarjeta Sanitaria Europea vaya ligada a un datáfono como piden algunas autonomías y también si esas ventajas las seguirán disfrutando los británicos, una vez superado el ‘brexit’, entre otros asuntos pendientes.
