Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tempus fugit

Cambio de hora 2021: ¿Por qué es necesario? ¿Qué día de marzo se adelanta el reloj?

No sé si tienen la misma sensación que yo. Pero, ¿ no les parece que estamos en un estado de bloqueo, de paralización? Algo así como un shock postraumático.

Estamos en el aniversario de la declaración del Estado de Alarma en España, que dio un giro radical a nuestras vidas y paralizó, entre otras cosas, la actividad económica, en general, de nuestro país.

En aquel momento vaciamos los supermercados de alimentos básicos (recuerden la falta de papel higiénico y levadura ) y poco después hubo consenso ciudadano en la elección del himno nacional, el «Resistiré» de Manuel de la Calva ( la mitad del Dúo Dinámico ). Y después vino la desescalada ( desde la fase 0 ) que fue asumida con tal desenfreno que nos llevo a una, dos y hasta tres olas de reactivación pandémica. Aún nos quedará alguna más, aunque espero sea de menor impacto.

Pues bien, tras todo lo ocurrido, en el ambiente flota cierto conformismo, cierto adormecimiento ante la adversidad, que en lo económico es una auténtica y profunda crisis.

Para muestra, un botón. ¿Qué persigue el Consejo de Ministros con la denominada «moratoria concursal»? Consiste la misma en la prórroga, hasta el 31 de diciembre, de la prohibición de llevar a concurso necesario a empresas que están en situación de insolvencia y de impago generalizado a sus proveedores. Esta medida no tendrá ninguna consecuencia positiva. Es más, generará una situación aún más grave en empresas que ya son insalvables y que esperarán a final de año a «echar la persiana» o bien presentarán un concurso de acreedores con la sola intención de evitar la responsabilidad del administrador de esta. No trato de hacer una crítica a los empresarios, entre los que me encuentro, que bastante tenemos con sacar adelante a nuestras compañías y generar trabajo. Solo trato de evidenciar que este tipo de medidas no van a producir ningún efecto positivo en nuestras empresas o en nuestra economía. Más bien todo lo contrario.

Me viene a la cabeza los magníficos cuatro versos octosílabos del poeta Antonio Machado. ¿Los recuerdan?

Todo pasa y todo queda,

pero lo nuestro es pasar,

pasar haciendo caminos,

caminos sobre la mar.

En este poema, inspirado en el Vita Flumen de Manrique, se emplea una metáfora pura donde los caminos representan la vida que fluye y el mar es el fin de la misma.

En el caso de medidas que solo alargan la agonía de las empresas, como la antes comentada, el mar es la «muerte» segura de la empresa que dejará una nefasta estela de empleados con salarios sin percibir y deudas importantes para sus proveedores y administraciones públicas.

Calificaría esta decisión de todo menos de valiente. Está basada en el miedo, en concreto, el miedo a que se visualice en este momento la realidad de muchas empresas cuya única solución es su desaparición ante la inviabilidad económica de las mismas. Hay instrumentos en nuestro ordenamiento jurídico como la venta de la unidad productiva que podrían salvar lo bueno de la misma y puestos de trabajo.

Y el miedo es lo último que nos hace falta. Viene al caso la frase del escritor mexicano Octavio Paz que venía a decir que «las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo.... Del miedo al cambio».

Nuestros representantes públicos deben inyectarnos moral y decisión. Los empresarios no tenemos miedo a la realidad, a reconocer la situación real de nuestras empresas. Pero no podemos llevarnos a confusión con medidas que más que terapéuticas podríamos denominar un parche.

Tampoco nos extraña demasiado esta situación cuando nuestra clase dirigente está enfrascada en mociones de censura, en abortar las mismas, en convocar elecciones y, por tanto, en todo menos en aportar soluciones imaginativas y eficaces que no solo no obstaculicen, sino que ayuden a superar la situación actual.

Adormecimiento, medidas inadecuadas, políticos en otras cosas… Nos hace falta un cambio de ritmo. No necesariamente estos cambios han de ser tan relevantes como la invención de la rueda, la máquina de vapor o internet (el Word Wide Web -www- del informático británico Tim Berners-Lee, a finales de los sesenta), pero han de ser lo suficientemente relevantes como para generar un cambio de tendencia.

Y no podemos esperar al 4 de mayo (día de las elecciones en la Comunidad de Madrid) para que el mismo se produzca.

Por tanto, señores responsables y servidores de la res publica, les pedimos que estén a la altura de las circunstancias y centren sus esfuerzos en la adopción de mecanismos (y fondos) que hagan la función de rampas de salida, de catapultas si lo prefieren, de nuestra economía. Por parte de los empresarios, tenemos clara nuestra misión: nuestras empresas y las familias que de las mismas dependen, entre ellas las nuestras, no pueden pasar un día sin comer y sin vestir. ¿ Nos ayudan? Tempus fugit.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats