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La provincia de Alicante. Atrapada en el tiempo

Una cosa está clara en la actualidad, en la «nueva realidad poscovid», en nuestra provincia ni hay unidad de acción, ni un compromiso claro para afrontar los cambios que se están manifestando en el entorno ambiental, económico, social y político, ni hemos abandonado la «buena» costumbre de reflexionar y debatir

La provincia de Alicante. Atrapada en el tiempo AntonioMartínezGómez

En un artículo publicado en este medio el 5 de enero de 2020 defendía que para mejorar la vertebración territorial de la provincia de Alicante, potenciar su cohesión social y desarrollo económico, favorecer la creación de empleo decente, aumentar la calidad de vida ciudadana y adaptarse a los cambios que se estaban viviendo en todos los ámbitos, hacía «falta unidad de acción a corto plazo por parte de todos los dirigentes y agentes provinciales y de la sociedad civil alicantina: Generalitat Valenciana, Diputación de Alicante, ayuntamientos, universidades, organizaciones empresariales, sindicatos, colegios profesionales, asociaciones y colectivos de todo tipo».

Una cosa está clara en la actualidad, en la «nueva realidad poscovid», en nuestra provincia ni hay unidad de acción, ni un compromiso claro para afrontar los cambios que se están manifestando en el entorno ambiental, económico, social y político, ni hemos abandonado la «buena» costumbre de reflexionar y debatir constantemente sobre todo lo que nos afecta, sea importante o no, sin hacer nada al respecto y retrasando el proceso de toma de decisiones de los agentes y dirigentes que tienen la responsabilidad y obligación de hacerlo.

De esta forma no se puede avanzar o se hace muy lentamente, en un contexto que exige respuestas y actuaciones rápidas. La verdad es que «todos» teníamos muchas ganas de salir del confinamiento impuesto para luchar contra el covid-19, sobre todo porque esta enfermedad ha supuesto un ataque directo a nuestra esencia como seres humanos, la sociabilidad, nuestra necesidad de relacionarnos con los demás. Pero no tengo muy claro si hemos aprendido de lo vivido y si hemos entendido que se han producido más transformaciones profundas, complejas y, sobre todo, rápidas.

Y observo que, en muchos casos, se vuelve a reflexionar y debatir sobre los mismos temas, incluso a discutir, con análisis superficiales y sin aplicar el «poder» de la acción. No se trata de opinar con más o menos criterio sino de actuar, de tomar decisiones para avanzar económica y socialmente, de resolver los problemas que tiene nuestra provincia y de aprovechar las nuevas oportunidades que están surgiendo. El fuerte «carácter localista e individualista» de los alicantinos, en gran medida consecuencia de nuestra gran y rica diversidad territorial (comarcas y municipios singulares y relevantes, muy especializados en determinados sectores económicos) y de nuestra forma de ser, personas emprendedoras y dinámicas, se convierte en un elemento negativo para conseguir la unidad de acción en pro de satisfacer las necesidades y los intereses comunes.

Me da la sensación de que «la provincia de Alicante está atrapada en el tiempo, demasiado tiempo». ¿Cómo es posible que todos los años, cuando se presentan, aprueban o ejecutan los Presupuestos del Estado, los alicantinos nos damos cuenta, nos asombramos y nos lamentamos que no tienen en consideración a la provincia, que nos ningunean, incluso que nos discriminan y relegan a la cola de la inversión por habitante? Pero, ¿por qué nos sorprendemos? Es que no somos conscientes de la «infrafinanciación crónica» que sufre la Comunidad Valenciana, la provincia y la mayoría de nuestros municipios, sobre todo los grandes y los turísticos.

¿Y qué estamos haciendo para cambiar esta situación? Este año lo que también nos ha asombrado es que los presupuestos de la Generalitat contemplan la provincia de Alicante de forma adecuada, todos deseamos que esto no sea una excepción. El reconocido «maltrato» presupuestario está afectando de forma negativa al nivel y calidad de las infraestructuras, equipamientos y servicios públicos de nuestra provincia. Aun así, tenemos cuatro estaciones del AVE (en Alicante, Elche, Orihuela y Villena), seguramente ninguna bien situada y condicionando hasta la alta velocidad que tienen que alcanzar los trenes entre ellas.

Y también tenemos una red de cercanías ferroviarias muy deficiente que da vergüenza por su mal estado, por no hablar del tren de la costa, lamentable; y, por si fuera poco, nuestro «aeropuerto» sin conexión ferroviaria y/o de tranvía (por cierto, en el año 21 del siglo XXI ha entrado en funcionamiento un acceso por carretera decente y moderno, un tramo de 4,75 kilómetros con una inversión de unos 28 millones de euros). En la red de carreteras necesitamos tantas inversiones que nos deberían unir (incluso territorialmente), pero que no lo hacen, y eso que lo tienen que ejecutar y pagar otros.

En este caso, algunas reivindicaciones son tan antiguas que a muchos se les llega a olvidar lo que realmente necesita esta provincia y vuelta a empezar. Y el puerto de la provincia de Alicante que va a formar parte del Corredor Mediterráneo, pero «queremos» que sea al mismo tiempo de mercancías, cruceros, yates, megayates, restauración y ocio, localización de empresas digitales y sede del tan necesario para la provincia como «non nato» centro de congresos de Alicante (que ya se dijo de forma consensuada hace unos 30 años que su localización idónea era el puerto, en el lugar en el que luego hemos visto la construcción y fracaso de un centro comercial y su transformación en un espacio para actividades económicas).

En la nueva era poscovid son necesarios más que nunca los sectores económicos de la provincia. Y hay que invertir en lo que tenemos, en su modernización y transformación para afrontar los retos del presente y del futuro con «inteligencia humana» e inteligencia artificial si nos hace falta. Hay que invertir mucho, desde lo público y lo privado, en nuestra agricultura, comercio, construcción, industria, turismo y servicios, para que sean la base de la «nueva» economía.

Tenemos la obligación de «cambiar nuestro modelo económico» para que sea más humano, sostenible, digital e inclusivo, en el que prime la excelencia en la gestión empresarial. Y para ello hay que crear un «entorno» que fomente nuestras capacidades emprendedoras, creativas e innovadoras y nuestras capacidades profesionales, facilite la creación de empresas de todo tipo (desde micropymes a multinacionales) y el aumento de su tamaño, favorezca la colaboración de nuestras universidades entre ellas y con el desarrollo económico y social de nuestra provincia, y ayude a crear empleo de calidad. Para cambiar nuestro modelo económico es necesario el «poder» del entusiasmo y de la acción, tenemos que estar unidos e introducir el «sentido de la urgencia» en el proceso de toma de decisiones de todos y cada uno de los agentes y dirigentes provinciales.

No podemos tardar tanto tiempo en hacer las cosas que necesitamos para mejorar, para progresar y prosperar en conjunto. Hay que ser «más inteligentes y rápidos». El reto no es seguir pensando en bucle, ni debatiendo qué vamos a hacer, esto no es necesario y, además, es un grave error. Hay que reaccionar ya, redefinirse, rediseñarse, reconvertirse, reestructurarse, redimensionarse, renovarse, reinventarse o renacer. Y esto en los ámbitos personales, empresariales, sociales y políticos. La provincia de Alicante no puede seguir atrapada en el tiempo más tiempo.

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