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La procesionaria toma la pinada

Vecinos de Peña de las Águilas denuncian la pasividad del Ayuntamiento para combatir una plaga extendida por toda la pedanía

Una plaga de procesionaria está acabando con una buena parte de la extensa pinada que forma parte del paisaje de Peña de las Águilas. Los vecinos reclaman más atención por parte del Consistorio, ya que según afirman, «hemos reclamado a través de la Oficina Municipal de Atención al Ciudadano hasta en tres ocasiones» para que las brigadas de Parques y Jardines fumiguen la zona, «pero sin ningún resultado», lamentan.

Por tanto, temen que «las miles de bolsas de gusanos comiencen a romperse y finalmente lleguen a las casas», no solo por el deterioro ecológico que provoca, sino también por los efectos perjudiciales para la salud, ya que las larvas sueltan pelos urticantes que pueden producir irritaciones en ojos, oídos o garganta. Una de las parcelas más afectadas es una extensa pinada que se encuentra junto a la zona conocida como el «depósito de ratolillo». Y es que prácticamente todos los árboles acumulan varios bolsones.

Los vecinos lamentan el estado de abandono en el que se encuentra la zona, pues aseguran que «no es la primera vez que pasa, hace años tuvimos otra plaga, al final la procesionaria llegó a las casas y tuvimos que fumigarlo todo. Tuve que llevarme a mis hijos pequeños de aquí, pues según nos aseguraron, el pesticida empleado cuando las larvas han salido de la bolsa es más fuerte que el que se usa para su prevención». Es por esto que los vecinos piden que se actúe con rapidez para eliminar la procesionaria y, sobre todo, que se actúe para prevenir que aparezca. «Sabemos que el año pasado el Ayuntamiento sí fumigó la zona. No sabemos si este año lo han hecho mejor o peor, o directamente no lo han hecho, pero lo que es evidente es que no ha funcionado», afirman.

Abandono

Los vecinos aseguran sentirse abandonados por el Consistorio, no solo por la falta de fumigación en el arbolado, sino también en el mantenimiento de calles y caminos. Hace un año, las lluvias levantaron el asfalto de un camino a la altura del número 157 del polígono dos. «Hay un agujero de al menos cinco centímetros. Está lleno de grava, y ya hemos tenido alguna caída de ciclistas que circulaban por la calzada, o algún que otro susto con el coche, porque derrapa», asegura un vecino. Sin embargo, no es un hecho aislado, ya que el desgaste del asfalto, en otra vía, ha dejado al descubierto los hierros empleados para su contrucción, lo que también podría provocar accidentes.

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