Usted es experto en simbología, ¿cuál ha sido el recorrido en este terreno hecho en España desde la Transición?
Hablamos de un terreno que es fundamental para legitimar los regímenes políticos. En España se ha hecho un camino de ida y vuelta desde la Transición. Primero hubo un periodo en el que se quiso evitar los conflictos, que duró hasta el intento de golpe de Estado. Luego pasamos por una etapa larga, hasta mediados de los noventa, en la que hubo un consenso amplío sobre los símbolos nacionales. Desde entonces, se han producido varios conflictos que han roto el consenso.
Entonces, ¿qué relevancia tienen ahora estos símbolos?
Vivimos en una España en la que hay discrepancias serias sobre los símbolos nacionales entre las fuerzas políticas y sociales y la opinión pública. Desde el comienzo de este siglo ha reaparecido con fuerza la bandera tricolor de la Segunda República en protesta a la rojigualda. Y el himno también es fuente de conflicto porque se asocia con la monarquía. Y luego están los problemas crecientes con los nacionalismos subestatales y periféricos, sobre todo con el catalán.
Y ahí es donde entran en escena los lazos amarillos...
Han tenido una fuerza muy importante en Cataluña desde la fallida declaración de independencia y el encarcelamiento preventivo de los líderes independentistas. No se sabe muy bien cual es su origen aunque el amarillo procederá de la senyera. Han tenido una extensión rápida y han ocupado buena parte del espacio público catalán. También han creado conflictos con los nacionalistas que no están de acuerdo y han salpicado a instituciones como la Generalitat.
¿Qué importancia le concede Vox a los símbolos?
Le concede una importancia decisiva. Vox es fruto de la reacción española a los independentistas de Cataluña. La presencia de la bandera es constante en todos los actos políticos. La novedad es que son el primer partido de extrema derecha que no utiliza símbolos franquistas. Desde la Transición siempre había usado la bandera con el águila pero Vox juega a la ambigüedad.
¿Cuál es su visión de la exhumación de los restos de Franco?
Esto tiene que ver con otro campo simbólico en la política que no es el de la identidad. Aquí hablamos de la memoria histórica y de cómo afrontar el legado de la dictadura en el contexto democrático. A pesar del ruido existente, hay un cierto acuerdo en la opinión pública de que el Estado no puede sostener un monumento de homenaje al dictador. Y entre los españoles también está bastante claro que el Estado no debe de cuidar sus restos.
En tiempos de Brexit, ¿los símbolos europeos han calado?
Hay que diferenciar la situación entre países. La identidad europea ha funcionado donde se conjuga fácil con la nacional. En Francia se ha asentado de manera sólida porque refuerza la imagen que tienen los franceses de sí mismos. En el caso británico, el fenómeno es el contrario. Desde sus posiciones nacionalistas se ve a la UE como adversario.
