El Puente del Bimil·lenari se someterá desde el martes a un análisis para averiguar por qué aparecen continuos socavones en el asfalto. El edil de Mantenimiento, Héctor Díez, anunció que este martes arrancará el estudio en el viaducto con la colocación de unos testigos que servirán para hacer mediciones que digan si hay algún tipo de movimiento de tierra en la rotonda.
Además, el próximo jueves está previsto que se introduzca maquinaria para realizar prospecciones que confirmen que está pasando en el subsuelo del entorno del transitado puente. En el tiempo que dure el estudio no está previsto que se corte la circulación. Por motivos de seguridad sí que está cortado el carril interior de la rotonda que da a la calle Cauce, por un desnivel que pone en peligro a los vehículos más bajos que puedan rozar y motocicletas, pero «no por riesgo inminente de caída» ha incidido el edil.
«Hemos adjudicado el contrato en el menor tiempo posible a una empresa de referencia en la provincia con el propósito de dar una solución definitiva a esos hundimientos de tierra que están motivando la aparición de socavones», señaló Díez, quien aseguró que el bipartito confía en que con este estudio y la consecuente obra que vega después puedan solventar el problema que se ha generado y que la «actuación perdure en el tiempo».
Los ingenieros que diseñaron el puente del Bimil·lenari descartaron hace unas semanas que los socavones que se están produciendo en el asfalto de la rotonda tengan que ver con el estado de la infraestructura o la tensión de los tirantes. Tras descartar esta hipótesis como una de las posibles causas del hundimiento del asfalto en una zona donde pasan 13.000 vehículos diarios, el Ayuntamiento ha decidido contratar a una empresa para confirmar si los corrimientos de tierra pueden estar detrás de la deformación continua de la rotonda.
Según el portavoz del equipo de gobierno, Héctor Díez, a simple vista no detectaron ninguna patología en el puente ni en los tirantes que están sujetos a la rotonda donde se temía que pudiera haber problemas.
Los cables principales están anclados en sus extremos mediante unos contrapesos de hormigón que pesan 30.000 toneladas cada uno y tienen una profundidad de 17 metros. Su función es la de actuar como peso muerto. Y es la tierra que rellena estos contrapesos donde los técnicos sospechan que puede estar el origen del problema, según explicó Héctor Díez, por escorrentías o filtraciones de agua.
La previsión municipal es que en un mes como máximo pueda obtenerse una respuesta a lo que le ocurre al puente.