Que las charcas del parque infantil de Tráfico de Elche estén completamente verdes y poco cristalinas es tan cierto como que el cielo es azul y la semana tiene siete días. La situación de este entramado de estanques a sólo unos metros del circuito sobre seguridad vial no pasa por su época más esplendorosa, digamos que no es un reclamo turístico ni tampoco el sitio que utilicen los jóvenes para «posturear» en sus redes sociales como lugar idílico.
El verde «nuclear», como algunos vecinos se refieren irónicamente al color que presentan estos estanques no terminan de hacer atractiva la zona. Los residentes ya están más acostumbrados pero a los visitantes que pasan por primera vez por la zona les sorprende ese estado. Lo achacan a un mal mantenimiento de los estanques, y, sacando el lado positivo al asunto, incluso llegan a jugar a buscar alguna carpa, aunque la sorpresa puede ser que se encuentren con alguna especie muerta.
¿Pero por qué ese color tan característico? A nivel municipal responden que el agua con la que se llenan estos estanques es potable y se le aplican tratamientos poco invasivos para que pueda resistir la flora y fauna con el fin de que encuentren en el espacio su hábitat natural, aunque cada vez hay menos peces y aves. Los sedimentos de las propias plantas fomentan el color verdoso y se le suma que son estanques artificiales y el agua no se renueva con tanta frecuencia como si fuera un corredor natural.
Héctor Díez, edil de Espacios Públicos, garantiza que el agua se va reciclando mediante un sistema de bombeo y que las brigadas municipales tratan de llenar las charcas cuando se evapora el agua en temporadas de temperaturas máximas. Sin embargo, desde la concejalía reconocen que no puede hacerse un mantenimiento diario de este enclave natural e insisten en que los tratamientos tienen que ser básicos para mantener las especies.
En este sentido, el Consistorio lleva mínimo cinco años sin hacer nuevos aportes de carpas a los estanques para frenar progresivamente la población de estos peces invasores que pueden llegar a vivir hasta 20 años, por lo que todo apunta a la desaparición de estos animales en las charcas, como ya ocurrió en algún otro estanque del Parque Municipal. Esta población dependerá de los ritmos de reproducción. Desde la concejalía señalan que, frente a lo que podría pensar la ciudadanía, mantener un estanque de esta tipología resulta más complejo que preservar una fuente ornamental de cualquier plaza porque hay que hacerse cargo de las especies. En este sentido, aseguran a nivel municipal el Ayuntamiento también asume un servicio veterinario para tratar a los animales, en particular las aves que reposan en la zona, con el fin de garantizar que gocen de buen estado de salud y no transmitan enfermedades.
La tendencia es que progresivamente vayan desapareciendo las carpas que habitan en los estanques
Ciertos residentes comentan a este diario que esta zona tenía más vida en tiempos pasados y hoy tienen la sensación de que está desamparada porque no se explota turísticamente como sí ocurre con otros rincones ilicitanos.
Desde el ejecutivo local señalan que a nivel interno no se ha debatido sobre el futuro de estos estanques. Entienden que hay población que agradece que haya peces aunque también consideran que sin ellos estas charcas podrían presentar un mejor aspecto, por lo que barajan que con el tiempo puedan reconvertirse.
