Cándido y Gema son una pareja de jóvenes ilicitanos que, como tantas otras, están llenas de sueños e ilusiones. Unos sueños e ilusiones que no se los quita la enfermedad que les une, además de su amor. Ambos están diagnosticados de esclerosis múltiple, una afección que arrastran ya desde hace varios años, a pesar de su juventud. Cándido tiene 39 años y Gema, 35.
Su historia de amor es también de superación. Se conocieron en 2016, precisamente y, como capricho del destino, por la enfermedad que comparten. Fue durante una de las actividades terapéuticas que organiza la Asociación de Esclerosis Múltiple de Elche y Crevillent. «Yo iba como asociado y ambos estábamos interesados en seguir practicando deporte, al final congeniamos...» y de ahí a la boda. En 2019 contrajeron matrimonio y poco después llegó a sus vidas su mayor regalo, Dara. «Ambos nos ayudamos en cuidarla, nos repartimos las tareas», explica Cándido. Lo que para la mayoría no supone esfuerzo, para Cándido y Gema algunas tareas pueden resultar un verdadero suplicio. La enfermedad avanza, pero, afortunadamente, los tratamientos actuales ralentizan bastante sus consecuencias.
Sus vidas cambiaron a una edad en la que cualquier joven solo piensa en el largo futuro que tiene por delante. Gema con 20 años y Cándido con 22 supieron por primera vez que esos dolores que tenían no eran pasajeros. A esas edades les diagnosticaron esclerosis múltiple. «Cuando te enteras, te paraliza», señala Cándido, que demuestra la gran fuerza de voluntad que tiene y que ya le ha hecho superar muchos retos en su vida.
«La enfermedad nos ha ayudado a entendernos, ambos sabemos lo que sentimos, los momentos de desánimo y de fatiga, y nos apoyamos mutuamente»
Tuvo que dejar su trabajo de electricista por la progresión de la enfermedad. «Era un trabajo físico que me gustaba y con una vida encarrilada todo se truncó», explica. Lo incapacitaron y después encontró un empleo adaptado en una tienda de ropa, hasta que le dieron la incapacidad absoluta. «Me cuesta mucho caminar, las manos no tienes la misma sensibilidad». Cándido se ayuda de una silla de ruedas. Su mujer, Gema, está actualmente buscando un trabajo adaptado, que puede compatibilizar con el grado de discapacidad que tiene diagnosticado.
«La enfermedad nos ha ayudado a entendernos, ambos sabemos lo que sentimos, los momentos de desánimo y de fatiga, y nos apoyamos mutuamente». Son todo un ejemplo a seguir y demuestran que no hay enfermedad que los pare.