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La destrucción de los sistemas de riego amenaza la biodiversidad en la provincia ante el cambio climático

Un estudio de la UA y del Ayuntamiento de Pinoso apuesta por rehabilitar la red hidráulica tradicional para preservar flora, fauna y paisaje

El humedal del Prado recuperado en Pinoso. | J.C.M. /J.C.P.G.

Un estudio expone la vital dependencia, frente al cambio climático, de la biodiversidad con las infraestructuras hidráulicas tradicionales en sistemas agrarios de zonas húmedas del interior semiárido de la provincia de Alicante. El progresivo abandono y desaparición de los usos tradicionales del agua y la gestión de los humedales durante el siglo XX, especialmente a partir de los años 50 en la región mediterránea, ha llevado no sólo a la pérdida de identidad, patrimonio y valores paisajísticos, sino también a descensos significativos en la diversidad y abundancia de muchos organismos. Son los principales resultados de un estudio publicado por la revista Biodiversity and Conservation, que ha sido realizado por el Área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Pinoso y el Centro Iberoamericano de Biodiversidad de la Universidad de Alicante. Los autores de la investigación, José Carlos Monzó y José Ramón Verdú, inciden en la «importancia vital que han tenido y tienen en la biodiversidad mediterránea, el mantenimiento y rehabilitación de las infraestructuras hidráulicas tradicionales en áreas semiáridas del sureste de la Península».

El abandono, el deterioro y el expolio, o incluso el entubado, de estas infraestructuras ha llevado directamente a la desaparición de muchos grupos faunísticos, tanto invertebrados como vertebrados acuáticos, produciendo la extinción local de especies. Muchas de ellas tienen una dependencia histórica de estos sistemas de riego, de su manejo y de su mantenimiento. Cabe destacar al respecto que estas obras hidráulicas se han mantenido prácticamente invariables durante miles de años, por lo que las especies animales y vegetales de estos enclaves han evolucionado de forma paralela.

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Los autores del trabajo han aprovechado el proyecto de rehabilitación y gestión de infraestructuras de riego tradicionales -acequias, azarbes y balsas- en el humedal de El Prado de Pinoso para evaluar el efecto espacio-temporal de esta acción sobre la diversidad alfa y la abundancia de libélulas y caballitos del diablo como grupo bio-indicador de referencia. Pues bien, se registraron un total de 4.253 ejemplares adultos pertenecientes a 29 especies, 15 géneros y cinco familias. Unos resultados que apoyan la hipótesis de que la rehabilitación de las infraestructuras hidráulicas tradicionales, junto con una gestión encaminada a un manejo adecuado de la vegetación ribereña, tiene un efecto positivo en la diversidad y en la abundancia de los odonatos. Pero los efectos de estas actuaciones en el humedal de El Prado también han tenido consecuencias favorables sobre otras especies, algunas de singular relevancia ecológica como el fartet, un pez actualmente catalogado en Peligro de Extinción así como en las aves -77 especies identificadas y algunas de ellas también amenazadas- entre otros grupos como los mamíferos, anfibios y reptiles. Todo ello en un entorno de poco más de nueve hectáreas en apenas diez años unido a los efectos positivos sobre el patrimonio cultural y del paisaje que supone la rehabilitación de estos enclaves húmedos.

Para Monzó «es un error pretender desarrollar proyectos de restauración ambiental en las regiones semiáridas mediterráneas sin conocer la realidad de estos socio-ecosistemas». Por eso el estudio publicado, que ha sido presentado en el Congreso Internacional de Áreas Protegidas, Gestión y Participación celebrado en València, proporciona información útil para la conservación y gestión de humedales semiáridos y sus infraestructuras hidráulicas asociadas, mostrando qué acciones son las más exitosas para mejorar la biodiversidad y demás servicios ecosistémicos en uno de los puntos críticos del mundo por su falta de agua. «Una rehabilitación y adecuada gestión, con una visión sostenible de futuro, puede llevarnos a ecosistemas de gran valor y de respuesta al cambio climático en zonas semiáridas, que acaben formando parte de una red de áreas protegidas, como es el caso del humedal El Prado-Rodriguillo», apunta el experto lamentando, al igual que su compañero José Ramón Verdú, que en pleno siglo XXI todavía se sigan proponiendo proyectos de eliminación de estos sistemas mediante el hormigonado y entubado de las acequias. Unas iniciativas que para ambos son «totalmente anacrónicas» y no encajan en el marco de la sostenibilidad, de los servicios ecosistémicos y del bienestar humano.

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