Augusto Soler, administrador de fincas y abogado, es presidente del Colegio Oficial de Administradores de Fincas de Alicante desde julio de 2018. Aunque, con anterioridad, ya formó parte de otras Juntas de Gobierno de la entidad, por lo que cuando llegó a la presidencia conocía con bastante profundidad el día a día de un colegio profesional.

- ¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta el Colegio de Administradores de Fincas (COAFA) en la actualidad?

Evidentemente son muchos y de distintos calados. En primer lugar y quizá el más importante, es cambiar la filosofía de funcionamiento del propio colegio. Me explico. Cuando aterrizamos la nueva Junta de Gobierno hace poco más de un año nos planteamos diversas metas, pero sobre todo, la fundamental, era acercar el Colegio al colegiado y que éste pudiese tener más presente en su día a día las actividades que realizamos.

Y aunque pueda parecer obvio, el Colegio tradicionalmente nunca había pretendido algo así, más bien al contrario, eran los colegiados los que debían acudir a la entidad. Siguiendo esta premisa contratamos los servicios de una empresa de comunicación para optimizar nuestros canales de comunicación tanto hacia la sociedad como hacia los propios colegiados. Paralelamente comenzamos a trabajar en un Plan Estratégico que nos marcara las líneas a seguir para los próximos años.

El resultado de este Plan estratégico fue categórico en varios sentidos en cuanto al fondo y a la forma. Debemos trabajar, no para hacer grande al colegio, debemos trabajar para hacer grandes a nuestros colegiados. COAFA debía reconvertirse no para ser la meta, sino para ser el camino. Quizá esta condición, sea la primordial de todas las demás.

Apostando por herramientas para la formación de los colegiados, facilitándoles los mejores convenios con las empresas del sector, poniendo cerca a los mejores asesores, abriendo nuevos canales de comunicación interna y, sobre todo, sacar partido a un elemento crucial: el networking. No podíamos desaprovechar la baza más importante de todas: nuestra experiencia y nuestro conocimiento. Ponerlo en común y que sea el propio Colegio quien facilite los escenarios para ello.

- Parece un reto muy importante, teniendo en cuanto que su Colegio tiene una trayectoria de prácticamente 50 años.

R Los retos no son fáciles. Cambiar métodos que ya están muy arraigados, nos va a llevar tiempo. Convertir a COAFA en una plataforma al servicio del colegiado es una meta que no se puede realizar de la noche a la mañana. Encontrar nuestra propia metodología, la que mejor se adapte al funcionamiento de nuestros colegiados, llevará un tiempo de ensayos, de aciertos y errores, pero sin duda, creemos que el resultado valdrá la pena.

En realidad, fíjese que estamos hablando de un elemento vital para nuestra entidad. Para ejercer como Administrador de Fincas (tal y como marca la ley) hay que estar colegiado, pero muchos ejercen esta misma actividad llamándola de cualquier otra forma y sin necesidad de estar colegiados. Esta cuestión que, a priori, puede resultar uno de los grandes problemas en nuestro sector, desde nuestro Plan estratégico, lo queremos convertir en una oportunidad. Cuando la supervivencia de un colegio está garantizada por ley, puede permitirse ciertas bondades. En nuestro caso no es así.

Tenemos que competir en un mercado, tenemos que potenciar nuestra marca, debemos ser mejores cada día, debemos dar mejores servicios y nuestros colegiados tienen que apreciar una diferencia fundamental al hecho de estar colegiados. Porque si no lo hacemos peligra nuestra supervivencia como colectivo. El mundo se mueve por la necesidad y nosotros necesitamos movernos día a día. Ser un valor añadido importante para todos aquellos que componemos este colectivo. Todas estas razones son las que convierten el momento actual de nuestro Colegio en un punto de inflexión muy ilusionante para todos.

- ¿Y cuales son esas primeras acciones que están promoviendo desde COAFA?

Son muchas. Desde la organización interna, ahora mucho más horizontal que vertical, o una formación dirigida principalmente a dotar a nuestros colegiados de conocimientos y herramientas para su propio crecimiento empresarial, hasta plantearnos a medio plazo en un cambio de ubicación de nuestra sede.

- ¿Qué diferencia a un administrador de fincas colegiado de otro que no lo es?

La palabra es: compromiso. Compromiso con su quehacer profesional y con su colectivo. El profesional que se colegia lo hace porque quiere que su compromiso se convierta en una garantía de calidad, en la gestión, en la responsabilidad, en el conocimiento, de cara a su cliente. Sabe que le va a implicar más horas de formación y atenerse a un código deontológico. Pero también entrará a formar parte de los más de 15000 Administradores de Fincas colegiados que hay actualmente en todo el territorio nacional. Todos ellos comprometidos y comprometidas con su profesión. No es obligatorio, pero estar colegiado, poseer el logotipo de nuestra marca en la puerta del despacho establece ya, desde el principio, una diferencia.

En la actualidad existen en el mercado grandes empresas que ejercen la gestión de fincas. Que compran carteras a aquellos administradores que por jubilación o cese de la actividad, las ponen en el mercado. Puede parecer que el quehacer de estas empresas realizan un trabajo similar al del administrador de fincas colegiado, pero la cuestión fundamental no es el qué, sino el cómo. Un administrador colegiado pone a las personas, a los vecinos de sus comunidades, en el centro de su actividad.

En las grandes empresas, el centro de su actividad son las cifras de su cuenta de resultados. Que no digo que esté mal, simplemente ese es su objetivo. Yo llevo muchos años ejerciendo como administrador de fincas y, como es lógico, conozco la actividad de muchos de mis compañeros y compañeras. Para nosotros las fincas que administramos tienen nombres y apellidos, problemas personales, llamadas de emergencias, proveedores del barrio. Te diré más. ¿Sabes cuando un administrador de fincas marca la diferencia?, en este pasado episodio de inundaciones en el sur de la provincia, no te puedes hacer una idea de la labor titánica que muchos de nuestros compañeros han tenido que realizar. Muchas veces cuando ellos mismos eran también víctimas del propio desastre. En esas situaciones es cuando se demuestra de qué madera estamos hechos. Yo mismo, en Santa Pola, tuve que hacer frente a unos días bastante duros. Y es que, en buena medida, somos una profesión que tenemos vocación, te diría casi, de servicio público.