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Ejemplo de fortaleza coral

El Hércules supera con relativa grandeza al Águilas, enlaza su tercera victoria en Liga y le recorta dos puntos al segundo gracias a los tantos de Bikoro y Aketxe

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El Hércules crece en el Rico Pérez y supera con claridad al Águilas (2-1)

Convincente, sí. Fácil, nunca. Confundir el concepto lleva a la autocomplacencia, que es el camino más corto hacia el fracaso. El Hércules no falló en casa, su asignatura pendiente. Y no lo hizo, entre otras muchas razones, porque se comportó con la personalidad y la exigencia que se le reclama a un proyecto blanquiazul desde 1922. Jugó mejor al fútbol, con y sin pelota, ocupó más espacio, construyó su superioridad desde la defensa y acertó a tener mucho más tiempo la pelota que en las últimas semanas. Todo bien, menos una cosa: el desenlace, pero de todo se aprende.

El triunfo blanquiazul se explica desde la solvencia demostrada a lo largo de 84 minutos. Apenas concedió. Todos los errores cometidos encontraron a alguien cerca con el mismo escudo para subsanarlos, atento a la cobertura, al desarrollo de la acción, anticipándose al enemigo, leyendo bien la jugada, decidiendo lo correcto.

Hacerlo 90 minutos es imposible hasta para la élite más repulsiva, así que estar a punto de lograrlo en la cuarta categoría es para estar muy satisfecho, para dormir en paz y orgulloso. Pero siempre se puede mejorar, porque los errores, a veces, tienen la malsana costumbre de resultar funestos.

Córner a a favor. Seis minutos para el final. Saca el mejor pasador, Álex Martínez. Dos tantos arriba en el marcador. Vuela el balón al corazón del área, repele el portero y Belima, esperando el posible rechace, no ataca el balón y el Águilas roba y monta una contra. Lo tienes todo a favor y, en menos de 20 segundos, se te complica la vida. Abel Molinero galopa hacia Adrián y el exherculano Javi Pérez le secunda. No hay nadie cerrando. Todos , sin motivo, sin justificación posible, estaban arriba. Correr hacia atrás para defender siempre es peor que perseguir la gloria. Toque sutil y mano a mano del lateral sevillano con el arquero.

Ejemplo de fortaleza coral

César puede derribarle antes de pisar el área, pero llega sin fuerzas; y Nico, con menos minutos gastados, le traba por fin, pero ya en territorio de pena máxima. Molinero engaña a Adrián desde los once metros y ensombrece una obra coral que estaba rayando la excelencia en lo global: 2-1 (84’).

Ejemplo de fortaleza coral

En otro instante, al Hércules le habrían temblado las piernas, se le hubiera notado el miedo, la fatalidad, le tendencia al desconsuelo, pero ayer, no. Las victorias siempre refuerzan la fe. Las dos últimas, frente a rivales muy complicados, más todavía. El equipo de Mora encajó el golpe. Aceptó el fallo como parte de la lógica existencial y se rebeló contra el determinismo de fechas pretéritas en su propio estadio, donde más se le juzga.

Mantuvo el control zonal, dio continuidad a la presión, defendió en bloque alto y ganó un partido capital para creer que el éxito es posible si se ponen todos los sentidos al servicio de lo que se está haciendo, que será complejo siempre, todas las horas, todos los minutos, delante de cualquiera.

Gaspar Campillo cumplió su «sueño» de sentarse en el banquillo del Rico Pérez. Seguro que no era su anhelo al comienzo del curso, pero el destino reparte cartas con una bondad bastarda que linda lo obsceno. Alineó de inicio a ocho de los titulares que fueron eliminados el martes en Copa después de llevar al líder de Segunda División hasta la tanda de penaltis. Cayeron en la orilla, pero lo peor no es eso, lo malo es la secuela, el desgaste físico y emocional, que se nota cuando tienes que estar fresco en un estadio con dimensiones mundialistas.

El dato: Tercer triunfo seguido en Liga y 12º punto de 21 posibles en casa  

El Hércules ha encadenado tres victorias por primera vez esta temporada, la segunda consecutiva en el Rico Pérez, donde se le habían escapado la mitad de los puntos. Con los tres de ayer, los blanquiazules mejoran, por fin, esa estadística: 12 de 21. 

Lo mejor: El control, la continuidad y la disposición en el césped  

Buen partido del Hércules en el cómputo global. Muy superior a su adversario en todas las facetas del juego, mejor situado, más ordenado, llevando el peso del encuentro y haciendo circular la pelota con regularidad.

Lo peor: La falta de sangre fría que condenó a sufrir sin necesidad  

El desenlace del partido, con el marcador 2-0 y a falta de 6 minutos para el 90, llevó al Hércules a resolver muy mal un saque de esquina a favor que terminó en una contra letal y un penalti que significó el 2-1. 

El Águilas estuvo a merced de su adversario. Le faltó velocidad para desentrañar la maraña defensiva que urden César Moreno y Bikoro con los cuatro de atrás, sólidos, agresivos y rápidos en la reacción. A la media hora de hegemonía táctica, una maniobra trigonométrica, con Pedro Sánchez, Álex Martínez y Bikoro en cada uno de lo ángulos, la ejecutó el guineano con su pierna izquierda, de primeras, en el balcón del área, para firmar el 1-0, su segundo tanto en lo que va de curso.

Pedro y Álex trenzaron la pared que provocó la superioridad y la incorporación del lateral al ataque, que levantó la cabeza y observó al mediocentro africano en el lugar en el que se coloca cuando se ensaya esa misma acción en los entrenamientos. Le asistió y Federico no perdonó. Lo hace tantas veces entre semana que el golpeo lo armó casi sin pensar. 1-0 y eclosión de «bikorismo» en la grada. La única vez que el Águilas inquietó a Adrián fue en el 46, pero el portero, titular de garantías a tiempo parcial, desbarató el peligro generado en un saque de esquina «regalado» al adversario sin necesidad casi sobre los pitidos del colegiado.

La ventaja era mínima, pero la superioridad, no. Un mano a mano de Aketxe con el guardameta costero acabó con el vasco en el suelo cuando ya había driblado al sustituto de Buigues. El colegiado creyó que el goleador del Hércules simulaba y le castigó, una lectura del juego, como poco, cuestionable.

Nadie se quedó en esa amonestación asombrosa o... puede que el árbitro sí. Nico, un minuto después de pisar el césped, monta un ataque potente, pletórico, elimina a dos pares con su zancada, regatea en un metro y recibe un leve empujón dentro del área que le desestabiliza. Cae y... penalti. Aketxe, trece minutos después de saber que no podría jugar en Mancha Real, toma carrera, para un segundo y golpea con tal fuerza al palo izquierdo que Leo, pese a lanzarse muy bien, no llega. Tres de tres. Nueve de nueve. Esto acaba de arrancar, no paren, sigan...

Castigo: Un partido de suspensión para Aketxe

El delantero del Hércules no podrá jugar, en principio, el próximo partido del equipo blanquiazul, el que le medirá con el Mancha Real en la localidad jienense. El vizcaíno vio ayer la quinta amarilla y cumple ciclo de amonestaciones por lo que, salvo que prosperen las alegaciones alicantinas, su máximo realizador se perderá la cita del domingo que viene. Vio tarjeta por, supuestamente, simular un penalti.

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