Acoso sexual

Una serie de Netflix despierta un 'MeToo' en la política, el periodismo y el entretenimiento en Taiwán

La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, durante un acto el pasado 28 de junio.

La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, durante un acto el pasado 28 de junio.

Adrián Foncillas

Una joven activista le confiesa a su mentor que fue manoseada por un alto cargo del partido. "No lo dejemos pasar. Hay muchas cosas que no puedes dejar pasar. Si lo haces, morirás lentamente. Morirás". Es una escena de la serie taiwanesa de Netflix 'Los que fabrican la olas'. Fabricaron un tsunami. Chen Chien-jou, antigua empleada del Partido Democrático Progresista (PDP), reveló días después en Facebook que su supervisor había desdeñado sus denuncias sobre acoso sexual años atrás. "No lo dejemos pasar", pedía en su escrito. Aquel supervisor, ya un alto dirigente, fue suspendido al día siguiente y dimitió después.

Docenas de denuncias han anegado las redes sociales con la rúbrica de "no lo dejemos pasar" desde que el capítulo fuera emitido a finales de mayo. Son mayormente tocamientos o besos indeseados, flirteos groseros y también intentos de violación. No hay campo indemne: la política, el entretenimiento, el periodismo, el activismo, la universidad... Ha dimitido ya Chuang Suo-hang, máximo representante taiwanés en Tailandia tras las acusaciones de una colega de la oficina. No será investigado Bartosz Rys, el más alto diplomático polaco, porque ya abandonó la isla. El cómico televisivo Mickey Huang se ha disculpado por besar sin permiso y fotografiar desnuda a una mujer y la policía investiga al cantante Aaron Yan por filmar en secreto a su exnovio desnudo cuando era menor. Tampoco escapan los símbolos. Dos hombres han acusado de abusos sexuales a Wang Dan, el más célebre activista prodemocrático que acoge Taiwán desde que escapara de China tras liderar a los estudiantes en Tiananmén. 

La crisis explotó en el partido que se presenta como el garante de la igualdad de géneros. El PDP está contra las cuerdas a seis meses de las cruciales elecciones presidenciales y algunos apuntan al aleteo de la mariposa y la tormenta. ¿Puede un capítulo televisivo cambiar la relación de Taiwán con China? Con el PDP, de naturaleza independentista, ha sido turbulenta. Su atractivo para el electorado joven, además de su postura hacia China, es su sello liberal y políticas progresistas. El descubrimiento de que escondía los abusos bajo la alfombra ha devastado su credibilidad y catalizado una briosa campaña de control de daños. La presidenta, Tsai Ing-wen, se ha disculpado dos veces, al menos cuatro altos cargos han dimitido por el aciago manejo de las denuncias y nuevas propuestas legislativas harán las escuelas y lugares de trabajo más seguros al responsabilizarles de la protección de las víctimas. Las últimas encuestan subrayan el fracaso: el apoyo a Tsai ha caido al 42,3%, el más bajo en cuatro años. Los analistas apuntan a la cadena de denuncias en su partido en general y, más en concreto, a la negativa de perseguir por acoso sexual al octogenario Yen Chih-fa, asesor de Tsai, alegando que el incidente se produjo fuera de las instalaciones presidenciales.

Posible afectación electoral

El cuadro favorece al Kuomintang, más afín a China, que ve la luz tras muchos años en el túnel. Ha sufrido menos acusaciones que el PDP y, en cualquier caso, tiene en la población más mayor y tradicional al grueso de su electorado.

"No sé si las alegaciones afectarán a las elecciones porque el movimiento MeToo ha excedido ya la política. Ha habido denuncias en todos los partidos. Si hay un clamor mayor contra la formación gobernante es porque tiene una imagen más moderna en la igualdad de géneros", opina Sheng-yen Lu, profesora de Estudios de Géneros en la Universidad Normal de Taiwán.

Las víctimas desatendidas se entenderían mejor en Japón o Corea del Sur, tercos ejemplos de que desarrollo económico e igualdad de géneros no siempre van de la mano. Pero Taiwán ha hecho de las políticas liberales su imagen de marca y Tsai pasea por el mundo su merecida fama de democracia vibrante frente a la dictadura china. Fue el primer país asiático en legalizar el matrimonio de homosexuales y desde este año les permite adoptar, cuenta con la única ministra transgénero del mundo y las mujeres disfrutan de derechos utópicos en el continente. Ocupan el 42% de los asientos parlamentarios, el doble que el conjunto asiático y superior también al 37% de Estados Unidos.

Progresos en igualdad

"La sociedad taiwanesa aprecia la armonía y le da más importancia a las relaciones interpersonales que a la ley", explica una profesora universitaria de Taipei que pide anonimato. "En las ultimas tres décadas ha conseguido grandes progresos en igualdad de género y muchas instituciones han invertido recursos en mantener ecosistemas igualitarios. Pero a menudo son las mujeres, y especialmente las feministas, las que se responsabilizan de esos esfuerzos y acaban siendo marginadas en sus organizaciones", añade.

Las leyes taiwanesas no introdujeron el concepto del acoso sexual hasta principios de los años 90 pero el país se ha esforzado en prevenirlo y en los colegios ya se imparten clases de igualdad de géneros. Ocurre que en el ambiente laboral mandan las generaciones anteriores y las estructuras mentales se resisten a caer. Ahí reside el contraste entre el discurso oficial y una sociedad que, por más hitos liberales que coleccione, sigue apegada a la tradición. 

"La igualdad de géneros en instituciones fue establecida tiempo atrás pero los cambios culturaleses sutiles tardarán más en conseguirse. Lo que la normalización del MeToo está logrando en Taiwán es aumentar la disuasión futura al demostrar que la denuncia pública es una opción viable y que las víctimas cuentan con apoyo", señala Wen-ti Sung, analista político de la isla.

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