Muerte
Un hombre fallece en Nicaragua tras perder un brazo en un accidente
La hélice de una avioneta le cercenó la extremidad de modo que terminó muriendo desangrado
EFE
Un nicaragüense de 30 años murió este martes desangrado tras cercenarle un brazo la hélice de una avioneta fumigadora que estaba reparando en Nicaragua.
La víctima falleció desangrado después de que en la pista de aterrizaje de una hacienda en la comunidad Malacatoya, departamento de Granada (suroeste), perdiera uno de sus brazos cuando quería constatar el trabajo hecho en la hélice de la avioneta fumigadora, de acuerdo con la información.
Testigos relataron a medios locales que el piloto de la aeronave encendió el motor de la avioneta para calentarlo, cuando la víctima, que era mecánico y trabajador de la finca, se acercó para corroborar el estado de la hélice y al activarla atrajo al hombre hacia ella. La hélice le amputó el brazo derecho, lesionó su espalda y pierna, y murió cuando era trasladado al hospital departamental de Granada, según el informe preliminar.
La víctima, que trabajaba en la hacienda donde está ubicada la pista aérea para avionetas tipo Cessna, fue auxiliado por sus compañeros, sin éxito. Las autoridades de Aeronáutica Civil y de la Policía Nacional se presentaron en el lugar para realizar las investigaciones sobre el accidente.
- Adiós a los toldos: el invento de Ikea para tener sombra todo el año
- El TSJ avala que Costas rescate un chalé en una playa de Elche porque no consta que el propietario tenga concesión
- El Consell rechaza las nuevas normas de explotación del trasvase Tajo-Segura al obviar el proceso judicial contra su recorte
- ¿Eres de los que no friega el suelo? Los expertos recomiendan hacerlo con esta frecuencia para evitar problemas en casa
- Adiós a Laura Matamoros en Supervivientes: "Será expulsada
- Una hoja de laurel en estos puntos de tu casa y despídete de ciertos inquilinos indeseables
- Preguntan a una joven dónde están las Cuevas de Altamira y pone roja a toda la educación en España
- Adiós al cabecero y a las mesitas de noche: el invento de Ikea que sirve para todo