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Rania de Jordania, la voz de la causa palestina en Oriente Próximo

El desgarro que sufren miles de palestinos en todo el mundo, pero sobre todo en el enclave mediterráneo, le toca de muy cerca

Rania de Jordania, encuentro en Madrid

Rania de Jordania, encuentro en Madrid / efe

Andrea López-Tomàs

Desde que empezó la guerra de Israel contra Gaza, la reina Rania de Jordania ha cambiado su foto de perfil en redes sociales al negro más oscuro. Con un mensaje contundente y una oratoria impecable, la monarca se ha erigido en una de las principales abanderadas de la causa palestina en las últimas semanas. El desgarro que sufren miles de palestinos en todo el mundo, pero sobre todo en el enclave mediterráneo, le toca de muy cerca. Aunque nacida en Kuwait, Rania Al Yassin, es palestina. La historia de esta reina empieza en 1967, tres años antes de nacer, cuando sus padres, originarios de Tulkarem y Nablus, ciudades hoy al norte de la Cisjordania ocupada, tuvieron que abandonar sus casas durante la guerra de los Seis Días que dió paso a la ocupación de los territorios palestinos por las fuerzas israelís.

Pese a la plataforma excepcional y todos los privilegios con los que cuenta la monarca, Rania no ha olvidado sus orígenes. Durante las últimas semanas, ha aprovechado cada ocasión pública para pedir un alto el fuego en Gaza y buscar la empatía del mundo. “Lo único que quieren escuchar son disculpas de los palestinos”, denunció el pasado domingo en su segunda entrevista con la CNN. “Estás siendo bombardeado, es tu culpa; estás pasando hambre, es tu culpa; te atreves a nacer en los territorios ocupados, es tu culpa... Ha sido insoportable presenciar la avalancha de sufrimiento humano”, señalaba. Más allá de su mirada humana, Rania también se ha detenido a denunciar el “doble rasero” de Occidente y a señalar a Israel que “aunque elimine al combatiente, no matará a la causa”. 

Con conciencia social

Rania, a menudo reducida a un icono de estilo y belleza, es una de las primeras damas de Oriente Próximo con un posicionamiento político y humanitario. De alguna forma, su conciencia social la moldearon sus padres. Nacida tres veranos después de su éxodo como la hermana mediana, su familia quiso que creciera lo más cercana posible a sus orígenes palestinos y árabes. Los primeros años de educación los pasó en Kuwait, donde, antes de la guerra del Golfo a principios de los 90, sus 357.000 compatriotas palestinos componían el 18% de la población del emirato. Luego, Rania completó sus estudios superiores en la Universidad Americana de El Cairo. Una vez graduada en Administración de Empresas, volvió a Ammán para trabajar en Citibank y Apple. 

Conoció al hombre que revolucionó su vida en una cena hace 30 años. El príncipe jordano Abdalá bin Al Huséin y ella reconocen que fue amor a primera vista. Seis meses después, el 10 de junio de 1993, se casaron en el Palacio Zahran en la capital jordana. En aquel momento, Abdalá no iba a ser rey y eso les permitió vivir ese idilio fuera de los focos durante unos años, mientras iban celebrando los nacimientos de sus cuatro hijos. Semanas antes de morir, el rey Huséin, padre de Abdalá, nombró a su primer hijo varón como heredero al trono y el marido de Rania se convirtió en Abdalá II en 1999. Un mes después, ella fue coronada como reina consorte, convirtiéndose en una de las reinas más jóvenes del mundo. 

Durante este casi cuarto de siglo en el trono, Rania de Jordania ha usado su tribuna (y sus 10 millones de seguidores en Instagram) para hacer activismo por varios temas sociales. Su principal batalla ha sido por la educación, pero, a medida que su país y el mundo se han enfrentado a nuevos retos, también ha encontrado el espacio para hablar en apoyo de los refugiadossirios o de la causa palestina. Los derechos de la infancia y las mujeres, expresada en su batalla por abolir los crímenes de honor, han sido áreas en las que ha mostrado interés la reina, de 53 años. En una región que ha condenado al olvido a los palestinos, la voz de Rania supone una luz entre los escombros. “Todos deberíamos tener claro que el único camino pasa por la paz, no por la fuerza militar más potente, o los servicios de inteligencia más capaces”, defendía en la CNN.

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