Izquierda francesa

El Partido Socialista aspira a ser la sorpresa en las elecciones europeas en Francia

La formación va tercera en los sondeos y podría obtener su mejor resultado en unos comicios nacionales desde 2014

Sesión plenaria del Parlamento Europeo en Estrasburgo

Sesión plenaria del Parlamento Europeo en Estrasburgo / Philippe Stirnweiss/European Par / DPA

Enric Bonet

¿El Partido Socialista será la sorpresa de las elecciones europeas en Francia? La primera respuesta que a uno le pasaría por la cabeza consistiría en decir que no. A causa del decepcionante mandato de François Hollande (2012-17), la formación de la rosa ha sufrido una evidente decadencia política e ideológica. Pasó del 28% de los votos en la primera vuelta de las presidenciales de 2012 a menos del 2% con Anne Hidalgo en los mismos comicios en 2022. Dos años después, sin embargo, los sondeos sonríen a los socialistas franceses. Sueñan con adelantar a la alicaída lista del presidente Emmanuel Macron y quedar como segunda fuerza, por detrás de la ultraderecha.

Los últimos estudios electorales, que se deben coger con pinzas, pronostican una amplia victoria de la Reagrupación Nacional de Marine Le Pen (31-29%) en los comicios del 9 de junio. Con unas intenciones de voto del 20-16%, la coalición macronista sufriría un duro revés debido a la impopularidad de las políticas del presidente, claramente ancladas en la derecha o el centroderecha. Es decir, conseguiría unos 10 puntos menos en comparación con el 27% de la primera vuelta de las últimas presidenciales.

Al haber roto la coalición NUPES, los partidos de izquierdas se ven lastrados por la división. A pesar de ello, los socialistas se han consolidado como tercera fuerza en los sondeos (13-11%). Y aspiran a dar la sorpresa en estas europeas, prácticamente los únicos comicios con una dimensión nacional antes de las presidenciales francesas de 2027.

Beneficiado por el declive de Macron y Mélenchon

Vistas desde España, unas intenciones de voto del 13-11% para los socialistas parecen raquíticas. Pero en el caso de Francia se trataría de su mejor resultado desde 2014 en unos comicios nacionales —las municipales y regionales suelen regirse por lógicas distintas—. "Nos beneficiamos de un doble movimiento. Por un lado, muchos votantes de centroizquierda están hartos de Macron y de votar por él por el miedo a Le Pen. Por el otro, ven a Jean-Luc Mélenchon como demasiado radical", explica a EL PERIÓDICO Gaston Laval, responsable del PS en el distrito X de París, refiriéndose al líder de la Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos).

Pese a su brillante campaña en 2022 y haberse quedado a las puertas de la segunda vuelta con casi el 22%, la izquierda mélenchonista ha desperdiciado una parte del capital conseguido entonces. Su estilo radical en la Asamblea Nacional y la torpeza de negarse a tachar a Hamás como un grupo terrorista no solo agrietaron las frágiles costuras de la NUPES, sino que también facilitaron la caricatura que hacen del partido de Mélenchon la ultraderecha y el macronismo. Los sondeos prevén apenas un 9-7% para los insumisos. 

Los verdes, que solían conseguir buenos resultados en las europeas en Francia (más del 13% en 2019), han apostado por una candidata poco conocida y sin carisma. Sus perspectivas resultan magras (entre el 7% y el 5,5%). Incluso podrían quedarse por debajo del umbral (5%) que permite obtener representación. En cambio, el PS está haciendo una campaña menos errática. Y cuenta con un eficaz cabeza de lista: Raphaël Glucksmann, de 44 años, quien no pertenece al partido de la rosa, sino que creó una micro-formación (Plaza Pública) que va en coalición con los socialistas.

Un candidato conocido y que gusta a los medios

"Es más conocido que algunos de sus rivales", asegura el politólogo Christophe Bouillaud, profesor en Sciences Po Grenoble. Este analista compara la "cierta notoriedad" de Glucksmann con la invisibilidad mediática de la candidata macronista Valérie Hayer o la ecologista Marie Toussaint. "Señor (Jordan) Bardella, no hable de otro tema. Estaría bien que, por una vez en su vida, usted se interese por el contenido de una ley", le reprochó el viernes en un debate en la emisora France Inter el candidato socialista al cabeza de lista de la ultraderecha lepenista, quien destaca por su aspecto de yerno ideal pero también por su poco conocimiento de los técnicos dosieres que se tratan en el Parlamento Europeo.

Hijo del intelectual André Glucksmann —uno de los nouveaux philosophes que pasó del maoísmo en los años 1970 a defender la invasión de Irak en 2003—, este eurodiputado desde 2019 es un firme defensor del envío de armas Ucrania y de derrotar a Rusia en el campo de batalla, pese a la incertidumbre de ese escenario. También apuesta por una mayor tasación de los más ricos y por grandes inversiones continentales para hacer frente a la crisis climática. Estos postulados se corresponden con los puntos de vista mayoritarios en los grandes medios progresistas (Le MondeLibérationFrance Culture…). Y eso ha contribuido a que su candidatura tenga una cobertura mediática más benevolente que la lista insumisa, encabezada por Manon Aubry, de 34 años.

Las óptimas intenciones de voto han hecho que algunos veteranos dirigentes socialistas, como François Hollande o Manuel Valls, vean en ello el retorno de la socialdemocracia. "Tenemos que hacer renacer a la gran familia de la izquierda responsable", dijo hace unas semanas el expresidente socialista. "Estamos viendo cómo se excitan los elefantes socialistas y los socioliberales", critica Laval, quien teme que los resultados en las europeas acentúen los frágiles equilibrios internos en el PS. La formación está dividida entre un ala derecha muy crítica con la alianza con la izquierda mélenchonista y la actual dirección, que apuesta por la unión con las otras formaciones para 2027.

"El perfil de Glucksmann gusta a aquellos votantes progresistas que no tienen problemas para llegar a final de mes, pero no creo que haya un retorno de la socialdemocracia", defiende el politólogo Stefano Palombarini. Según este analista, verdes y socialistas se han invertido los roles respecto a 2019. Pero "los sondeos pronostican que el centroizquierda obtendrá un menor apoyo que entonces". Debido a la elevada abstención, quizás de más del 50% —y aún más pronunciada en el caso de los jóvenes y los obreros—, "las europeas no son representativas", advierte. En Francia, la noche del 9 de junio resultaría un error sacar conclusiones demasiado categóricas.