Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Leemos. Grupo Leo

Desde el corazón del bosque

Cuando Blancanieves se fue con el príncipe, dejó a tras a los siete enanitos... ¿qué fue de ellos?

Desde el corazón del bosque

Querida Blanca:

Esperamos que te encuentres bien. Nosotros por nuestra parte, para qué mentirte, estamos fatal. Desde que te fuiste, esto es un desastre: ropa sucia por todas partes, montañas de platos que se amontonan en el fregadero, camas por hacer, polvo que se acumula en las estanterías... Y todos, absolutamente todos, nos hemos apuntado a la moda «la arruga es bella» porque la plancha aquí no la mueven ni los duendes. Nos ha entrado una alergia planchil, que solo con verla nos salen sarpullidos. Y eso por no hablar de la comida: gracias a que todavía no se ha inventado la comida preparada, que si no, estaríamos comiendo pizza cada noche y las conservas se nos saldrían por las orejas. Esto no puede seguir así.

Gruñón no para de gruñir. Feliz ya no se ríe tanto, ni todo se lo toma tan a la ligera como siempre (¡incluso lo he llegado a ver enfadado!). Mocoso, aparte de haber acabado con todas las existencias de pañuelos, ahora va dejando sus «regalitos» por debajo de las mesas, de las sillas y en cualquier lugar donde se le ocurre.

Dormilón ronca; sí, ya sé que antes también roncaba, pero ahora es una máquina de ronquidos y con ese ruido, que parece el de un jabalí enfurecido, no hay quien duerma. Tímido se ha vuelto un descarado y contesta por todo. ¿Te acuerdas de que antes se ponía rojo por cualquier cosa? Pues ahora es él el que nos pone rojos a los demás, pero de ira; a la mínima que le dices, te suelta una fresca. Mudito sigue mudo, eso sí, pero ha aprendido, no sé de dónde, una serie de gestos que casi sería mejor que hablara. Y yo Sabio, que se supone que era un tío listo y que controlaba el asunto, no tengo ni idea de qué hacer ni cómo gobernar esta situación.

En el trabajo, las cosas no van mucho mejor; el capataz de la mina ya nos ha advertido de que si esto continúa así no sabe qué hará, que es su fina manera de decirnos que de una patada iremos los siete a la calle. Nos ve distraídos, dice. ¿Distraídos? ¡Ja! Lo que estamos es en las nubes. El otro día, Feliz se puso a picar un tronco de los que apuntalan la galería y por poco se nos cae el túnel encima a todos. ¡ Y eso que tenía una veta de oro bien gorda delante de sus ojos! No la veía. Antes volvíamos contentos después del trabajo cantando nuestra canción:

¡Aibó, aibó, a casa a descansar! Tralará-lará, tralará-lará,aibó, aibó, aibó, aibó...Que ya sé que era una cancioncilla tonta, y desde el punto de vista musical tampoco era gran cosa, pero nos daba marcha y andábamos marcando el paso alegremente. Ahora volvemos en silencio, arrastrando los pies con desgana y llegamos hechos polvo a casa, donde nadie ni nada nos espera.

El desánimo cunde entre los muchachos, Blanca, y nos pasamos la vida repitiendo: «Si estuviera aquí Blanca, no habría pasado esto; seguro que no te atreverías a decir eso con Blanca delante; ¡Se lo voy a contar a Blanca en cuanto la vea!». Sin pensar que tú ya no estás entre nosotros.

Seguro que te lo estás pasando de miedo con tu apuesto príncipe, con tu amorcito rubio de ojos azules, de baile en baile, y de fiesta en fiesta, pero aquí haces mucha falta. Tú revolucionaste nuestro mundo, que antes de que llegaras era un poco aburrido, eso sí, pero limpio y ordenadito, y si no te lo crees, léete el cuento que escribieron los hermanos alemanes esos. Y nos acostumbraste mal, pues de tener que hacer todas las tareas y dejarlo todo preparado antes de salir a la mina, pasamos a levantarnos y tener las tostaditas a punto, el café calentito y la mantequilla y la mermelada de arándanos recién hechas. De una cosa a otra hay un mundo, y ahora no nos adaptamos. La tristeza se ha apoderado de esta casa y ya tenemos cita con el doctor Segismundo, un médico de la cabeza muy bueno que nos ha recomendado Brunilda, una bruja con doble personalidad a la que de vez en cuando le entran ataques de bondad.

Además, antes nuestra vida tenía emociones fuertes, lo mismo llegábamos un día a casa y te encontrábamos con el corpiño tan apretado que parecía que te habías ahogado, o con un peine emponzoñado clavado en la cabeza, o con un trozo de manzana envenenada en la garganta. Todo regalitos de tu madastra, la del espejito. Volvíamos a casa con el corazón en un puño, y cuando no te había pasado nada, nuestro alivio era tremendo; y si te había pasado algo y conseguíamos recuperarte, volverte a la vida, la alegría todavía era mayor. Era como si hubiéramos ganado el concurso de tiro con arco del bosque. Nunca hemos sido tan felices como cuando estabas entre nosotros. Hemos ido descubriendo -lo hemos ido confesando, mejor dicho- que todos estábamos enamorados secretamente de ti. Era un amor ideal, platónico, porque tú estabas allá arriba y nosotros aquí abajo, nunca mejor dicho, pero al menos te veíamos cada día; así que te puedes imaginar las pestes que echamos del príncipe que se llevó a nuestra diosa, que eras tú.

¿Y ahora qué ? Una vida de aburrimiento, sin esperanza ni horizontes. Somos conscientes de que el paraíso se ha ido y no volverá, pero no podemos seguir en este infierno. Nos haría mucho bien si pudieras venir a visitarnos y aconsejarnos algo. Yo he perdido toda autoridad, he extraviado el rumbo y no sé cómo enderezar esta nave.

Tuyos afectísimos:

Sabio y los otros seis enanos

Extraído del libro «Querida Blanca»

Autor: Carles Cano

Ilustraciones: Chema García

Editorial Anaya

1.- ¿Quiénes son los hermanos alemanes esos a que se refiere Sabio en su carta?

2.- Con la colaboración de tu equipo de trabajo, repartiros los papeles y dramatizad este texto. ¡Puede ser muy divertido!

3.- Trata de imaginártela y haz un dibujo de la bruja Brunilda.

4.- Imagínate que eres Blancanieves. Escribe una carta respondiendo a la de Sabio y mándala, acompañada de un dibujo, al Concurso Literario del Grupo Leo. Apartado de Correos 3.008, 03080 Alicante. Indica tu nombre, apellidos, curso, colegio y número de teléfono particular.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats