Desde arriba, la isla tenía forma de abanico y era de un verde intenso rodeado de azul turquesa del Caribe. Los árboles parecían ocupar todo el terreno, hasta el punto de que se notaba con claridad que había sido necesario talar varios centenares para construir la pista de aterrizaje. La torre de control y la terminal del aeropuerto y la pequeña población situada a escasos kilómetros eran las únicas construcciones visibles. Lo demás, aparte de árboles y vegetación tropical, eran montañas, barrancos, valles, desfiladeros y un lago perfectamente redondo, como si lo hubieran trazado con un compás.

Severina y sus padres estaban allí, esperándolos. Uno por uno le dieron un abrazo y subieron a la furgoneta de diez plazas que conducía el padre de Severina.

-Esta isla os va a encantar -empezó a decirle la madre de su amiga, mientras abandonaban el aparcamiento del aeropuerto y enfilaban la carretera hacia el hotel-. Esto es un auténtico paraíso de playas casi desiertas y rutas de senderismo. Y si un día estáis cansados, os quedáis en el hotel, que tiene jacuzzi, spa, piscina cubierta y una sala de cine.

-Suena muy bien -dijo Amber.

-Sí, sonaría muy bien de no ser porque vamos a estar ocupados buscando algo que suena mucho mejor -corrigió Severina.

-¡Oh, Seve, esa historia tuya del tesoro del pirata pata de palo no tiene ningún sentido! -exclamó su madre-. No es más que una leyenda. No creo que ese tesoro exista; tal vez algún día existió, pero, si lo hizo, ya no. Alguien lo encontró y se lo llevó. Y se lo gastó todo por supuesto.

-De eso nada, mamá. El tesoro existe, y nosotros lo vamos a encontrar. Y Ojo Lechuza no tenía ninguna pata de palo. Ni tampoco ningún garfio.

- ¡Pues entonces no era pirata ni nada!

-Este cuadro es la demostración de que el capitán Ojo Lechuza era un tipo muy inteligente. Sabía que algún día moriría, como todos, y que entonces habría quien intentaría hacerse con su tesoro, con el tesoro que él había ido acumulando durante un montón de años. Sabía también que tarde o temprano alguien conseguiría encontrarlo, y como le gustaban mucho los juegos y las adivinanzas, decidió combinar ambas cosas y crear un gran juego con varios acertijos para que, al menos, el que lo encontrase lo hiciera gracias a su ayuda y no por pura casualidad. Eso es lo que asegura la leyenda, que el capitán retó a los futuros buscadores del tesoro: si querían hallarlo, tendrían que resolver los acertijos que había preparado.

...Por el camino de los piratas

-Sabía que no era un simple cuadro, sino el mapa para llegar al tesoro, pero no acababa de entender todos los símbolos.

-Más despacio. ¿A qué símbolos te refieres? -quiso saber Tarsio.

-El islote del lago. Me refiero al lago que no es un lago, así que esto que Ojo Lechuza quiso que pareciera una pequeña isla del lago tampoco lo es. No entendía lo que era, hasta ahora.

Sus amigos intercambiaron miradas de impaciencia.

-Muy bien, Severina. Ve al grano: ¿qué es esa cosa si no es una isla en un lago?

-Creo que es la primera etapa del camino que diseñó el capitán para los que se atreviesen a buscar su tesoro. Esta roca con forma de calavera...

...Y, sin pensarlo dos veces, colocó su pie derecho sobre el diente que en el autorretrato aparecía partido y probó a empujarlo hacia dentro. Los otros lo observaron con gran expectación, pero no sucedió nada. Entonces Tarsio probó a empujarlo esta vez hacia fuera, y ahora si, el diente cedió y al hacerlo se abrió una compuerta en lo que era el paladar de la calavera y ante los ojos de todo el grupo aparecieron los primeros peldaños de una escalera que descendía hacia el subsuelo.

-¡Genial, Tarsio! -aplaudió Severina.

1. ¿Sabes qué países están bañados por el mar Caribe?2. Si quisieras esconder un tesoro y hacer un mapa, ¿ qué elementos como pistas pondrías?3. En el patio del cole podrías hacer una búsqueda del tesoro. Piensa y escribe las pistas que os llevarían a él.4. Imagina y describe la historia de un pirata y su tesoro. Escríbela y envíala, acompañada de un dibujo y de tus datos, a grupoleoalicante@gmail.com.