Tras el Via Crucis, el cielo. Es tradición en Xàbia que quienes asisten a la madrugadora procesión del Viernes Santo, recuperen luego fuerzas con un chocolate y visiten «els muntons» y la torre de la iglesia fortaleza de estilo gótico de Sant Bertomeu (se levantó entre los siglos XIV y XVI). Tocan el cielo. Suben a una atalaya desde la que se dominan los tejados y azoteas del centro histórico, la planicie agrícola del Pla o la bahía. El resto del año la torre está cerrada.
Y esta tradición del Viernes Santo se recuperó la pasada semana tras cuatro años. La visita se suspendió primero porque era una temeridad dejar que los vecinos ascendieran por los peldaños rotos de la escalera de caracol o que pisaran la carcomida tarima de madera del campanario. «Els muntons», que es la singular cubierta del templo, tampoco estaban para muchos trotes. Sufrían filtraciones de agua. Luego, en 2020, se iniciaron las obras de restauración de emergencia, que dirigió el arquitecto Salvador Vila.
Por fin, un puñado de vecinos (esta tradición no se cacarea mucho, no sea que a una muchedumbre le dé por subir) descubrieron los secretos de la restauración. Lo primero que encontraron es que los escalones están firmes y se pueden pisar sin miedo.
Conducidos por el párroco Salvador Torrent, que explicó que esta iglesia no ha sufrido grandes alteraciones y conserva una arquitectura netamente gótica, los visitantes ascendieron a «els muntons», entraron al triforio, admiraron el campanario, de donde se ha retirado la resquebrajada tarima de madera, y llegaron a la «cima» urbana de Xàbia. Arriba, en la torre, están las controvertidas almenas. Cuando el arquitecto decidió «recuperarlas», se desató un encendido debate. A los vecinos les impactó ver la pacífica torre erizada con almenas. Vila sostuvo que habían encontrado marcas que constataban que estos elementos defensivos coronaban la torre. Las almenas sí que cumplen ahora una función muy clara: dan seguridad a quienes suben a la torre. Sin ellas, más de un visitante sufriría un ataque de vértigo y angustia.
También se ha reconstruido con «toscas» halladas durante la restauración parte de un posible remate desaparecido del campanario.
En «els muntons» se ve claramente el trabajo que se ha hecho para impermeabilizar la cubierta y crear un sistema efectivo de desagüe. También se ha recuperado el adarve.
Las obras han frenado el deterioro galopante que sufría esta iglesia fortaleza, una de las joyas del gótico valenciano. Además, son un primer paso para conseguir que algún día se puedan programar recorridos por estos recovecos de un templo único.
