Conducta animal

El elefante, uno de los tres únicos animales que se ‘autodomestican’

Evolucionan para ayudarse entre ellos y entierran los comportamientos agresivos, igual que bonobos y humanos

Un elefante y su cría, en la sabana africana

Un elefante y su cría, en la sabana africana / getty

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Una manada de elefantes contempla a uno de sus bebés atorado en un canal. Entre los animales se forma revuelo: el pequeño está boca arriba y es incapaz de darse la vuelta por sí mismo. Su madre anda de un lado a otro buscando la forma de liberar a su pequeño de ese entuerto. La escena está siendo contemplada por una leona hambrienta que espera que el grupo se rinda. El bebé elefante hace sonar su trompa con angustia, su madre lo mira desesperada. El resto de la manada la presiona para dejar al pequeño atrás y escapar de la leona. La madre duda, pero no lo dejará. Tras varios intentos, consigue la manera de liberarlo: empuja su cuerpo por detrás para permitir que se incorpore. El bebé elefante está salvado y la leona se quedará sin cena.

Esta escena, que captaron las cámaras del canal ‘El Dodo’, es una muestra del sentido de la convivencia que los elefantes han desarrollado a través de siglos de evolución. No es el único comportamiento que muestra el esfuerzo de los elefantes para vivir en una sociedad cívica. También se les ha grabado consolando a un miembro de su comunidad angustiado o reconociendo y llorando a sus muertos.

Sin rastro de la violencia anterior

En el ADN de los elefantes parece no existir ni un atisbo de la violencia que caracterizaba a sus antepasados y eso ha llamado la atención de los científicos. Y tras un estudio en profundidad, se ha llegado a la conclusión de que los elefantes se habrían domesticado a sí mismos, al igual que hicieron los humanos, para vivir en una sociedad más amable y estructurada.

El proceso de domesticación es un fenómeno por el cual los animales salvajes desarrollan rasgos similares a los de los animales domésticos, como perros o gatos. Y existen rasgos distintivos para reconocer esta domesticación. Por ejemplo, destacan por desarrollar una personalidad más dócil o rasgos corporales propios de los bebés: cabezas grandes y ojos saltones, por ejemplo. Pero no es lo único. Los animales domesticados también tienden a desarrollar cerebros más pequeños que los salvajes, cosa que ocurre en perros, gatos o cerdos.

No obstante, los resultados publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences irían más allá, pues ponen por primera vez de manifiesto que los elefantes habrían adquirido estas características por sí mismos, sin ayuda ni interacción con el ser humano. Esta es una circunstancia muy poco común, que solo ha ocurrido con otros dos animales conocidos: los bonobos y los propios humanos.

Los perros o los gatos se han domesticado a través de la interacción humana, pero nadie (aparte del propio hombre) ha sabido domesticar al hombre. En los últimos 80.000 años nuestros rostros se han acortado, mientras que las cejas y el cerebro se han encogido. Son cambios que se aceleraron hace unos 10.000 años, precisamente después de la invención de la agricultura. Se cree que esto sucedió porque, en ese contexto, era necesario que los machos cooperaran, provocando que los más agresivos desaparecieran por pura selección natural. A través de esta autodomesticación, dicen los expertos, los humanos hemos alargado la infancia, tenemos preferencia por personas más calmadas (en detrimento de las agresivas) y somos capaces de comunicarnos y compartir ideas complejas con el lenguaje.

Los bonobos, junto con humanos y elefantes, se han autodomesticado

Los bonobos, junto con humanos y elefantes, se han autodomesticado / sciencenews

Con los bonobos, los parientes más cercanos a los humanos, ocurrió algo similar. Pese a estar también emparentados con los chimpancés, los bonobos son mucho menos agresivos, tienen rasgos faciales más suaves y redondos, y son capaces de expresar amor, no solo para aparearse, sino también para hacer amigos o calmar conflictos sociales. En este caso, los humanos tampoco tuvieron nada que ver. Los expertos creen que la selección natural y la abundancia de alimentos fue lo que creó, progresivamente, esta sociedad más pacífica.

19 rasgos comunes con los humanos

Pero encontrar otras especies que seguido el mismo camino es muy complicado. Sólo las tres especies de elefantes (el de sabana africana y elefantes de bosque, así como los elefantes asiáticos) han mostrado características identificativas de la domesticación. Estas especies también muestran bajos niveles de agresión y violencia, además de mostrar una “mayor prosocialidad”, haciendo todo lo posible para proteger y consolar a los demás.

Y al igual que los humanos, sus niveles de cortisol –la hormona responsable del estrés– aumentan cuando los elefantes enfrentan situaciones socialmente difíciles, como muertes masivas por caza furtiva o sacrificios. En total, los investigadores documentaron 19 rasgos cognitivos, conductuales y fisiológicos comunes a humanos, bonobos y elefantes, pero no a otras especies.

Grupo de elefantes velando una cría muerta

Grupo de elefantes velando una cría muerta / Istock

Además, al estudiar a fondo el genoma de los elefantes africanos, los investigadores hallaron 674 genes que parecen haber evolucionado más rápido de lo normal. Compararon estos genes con un conjunto de 764 genes relacionados con la sociabilidad y la gestión de la agresividad, características intrínsecas de la domesticación. La conclusión fue que gran parte de los 674 genes estaban asociados con la domesticación.

Buscando los motivos de este comportamiento

Los investigadores proponen varios factores que han podido desencadenar esta autodomesticación. En primer lugar, aluden a la existencia de ambientes seguros. La ausencia de depredadores –no tienen que luchar con otros animales por su supervivencia– y la gran disponibilidad de alimento –por su dieta herbácea y generalista–, les permite dedicar más tiempo a las interacciones sociales. Otra posibilidad es que el ambiente haya sido tan duro que en los núcleos sociales se haya promovido la cooperación entre los congéneres.

“Si bien algunas de estas explicaciones pueden ser más probables que otras, todas ellas pueden haber sido impulsoras potenciales de esta prosociabilidad de los elefantes”, explican los firmantes.

Este estudio supone, según los investigadores, un revulsivo para el campo de estudio. “Dado que el ancestro común más reciente de humanos y elefantes es probablemente el ancestro común más reciente de todos los mamíferos placentarios, nuestros hallazgos tienen implicaciones importantes para la evolución convergente más allá de los primates”, revelan.

Además, insisten que el hecho de que las características de autodomesticación surjan casi automáticamente de una reducción en la agresión reactiva sugiere que esta característica podría estar más extendida de lo que se pensaba y que pueda ocurrir en otros animales, entre los que sugieren delfines, ballenas o loros.

No obstante, otros científicos creen que se necesitará más trabajo antes de determinar que los elefantes pertenecen inequívocamente a este exclusivo club.

Estudio de referencia: https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.2208607120

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