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Si ellos hablaran

¿Tendría sexo con un orangután?

¿Tendría sexo con un orangután?

Los orangutanes son la especie más amenazada de todo el planeta. Dentro de diez años, habrán desaparecido. El cambio climático, la deforestación y el tráfico ilegal de especies causarán su extinción pero, cuidado, no solo eso.

El mayor enemigo del orangután es el mismo y su infinito respeto. Si los árboles donde duermen arden o su comida se acaba, prefiere morir de hambre antes que invadir el territorio de otro orangután. Si nosotros fuéramos tan civilizados como ellos no hubieran existido guerras en el mundo.

Por otro lado, la propia evolución de la tierra durante el pleistoceno dejó el hábitat de estos animales muy limitado. En aquel momento se produjeron grandes lluvias que transformaron a Sumatra y Borneo en islas. A partir de ese momento, al no saber nadar, los orangutanes quedaron encerrados en las mismas para siempre.

Ese fue el principio de sus desgracias pero no el final de las mismas. Los humanos comenzaron a cazarlos, a invadir su espacio, a quemar sus tierras, talar sus casas e, incluso, a capturar las hembras para explotarlas sexualmente.

Borneo Orangutan Survival (BOS), una fundación dedicada a la protección de los mismos, denunció cómo encontraron a una orangutana de 12 años encadenada a la pared, drogada, con los labios pintados y siendo prostituida para satisfacer a los trabajadores de la industria maderera de la ciudad de Keremgpangi.

No es algo nuevo. La zoofilia con orangutanes, desgraciadamente, es una práctica tradicional asiática. Su origen está en que, para muchos habitantes de Sumatra y Borneo, los orangutanes son humanos que huyeron al bosque para evitar ser convertidos en esclavos. Cabe recordar que, orangután Orang Utan, significa en su dialecto «hombre de los bosques».

Mientras tanto, La Sala II de la Cámara de Casación Penal de Argentina, a muchos kilómetros de distancia de allí, recientemente ha reconocido personalidad jurídica propia a Sandra, otra orangutana del zoo de Buenos Aires. Sus magistrados han manifestado que, el hecho de que viva en una jaula, no anula sus derechos. Quizás, lo hayan hecho porque recuerdan el caso de Oto Benga, un pigmeo esclavizado en África y expuesto en el zoo de Nueva York durante años, al que se le consideró un animal más. O, quizás, simplemente, porque han sabido darse cuenta que, para tener derechos legalmente no hace falta ser humano, sólo es necesario estar vivo.

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