No invertir en investigación es desayudar. Uno de los aspectos más importantes para poder proteger a los animales es conocer aspectos sobre su comportamiento y sus hábitos de vida. Saber, por ejemplo, cómo influye en la vida de un animal salvaje la construcción de un sendero por el que acudan personas a pasear los fines de semana puede ayudarnos a planificar mejor el trazado de los mismos y a hacer compatible la observación de la naturaleza con la vida de éstos. Por tanto, no es un gasto, es una inversión en protección animal que, eso sí, debe llevarse a cabo por reconocidos especialistas apoyados por la sociedad en general y por los gobiernos en particular. Algo que, evidentemente, es aún una utopía en nuestro país.