Todo empezó en la primavera del 2020. Durante los meses más duros de confinamiento no hubo abandono de animales. Al contrario, probablemente, nunca se agradeció tanto en muchos hogares tener un perro como animal de compañía. La posibilidad de sacarlos a pasear sin más restricción que las propias necesidades del animal y, quizás, también del dueño, fue un alivio para muchos.

Después llegó la desescalada y, con ella, miles de adopciones en toda España. Fueron tantas que, incluso, la Fiscalía General de Estado abrió una investigación para comprobar si, tras las mismas, se ocultaba el ánimo de burlar la ley en caso de llegar un nuevo confinamiento.

Durante el verano las cosas no cambiaron mucho. Hubo extravío de animales por parte de familias que, en gran medida, fueron recuperándolos posteriormente en los refugios. También, como otros años, se produjo algo de abandono pero en mucha menor medida. Sin embargo, la adopción siguió multiplicada.

En otoño ya apenas existían cachorros en los centros e, incluso, había lista de espera para adoptar aquellos que, abandonados, pudieran ingresar en los mismos. Por otro lado, los perros de pequeño tamaño, siempre los más demandados por las familias adoptantes, también comenzaron a escasear en las jaulas.

La llegada de las navidades sólo acrecentó la anterior dinámica. De hecho, comenzaron a fluir las llamadas entre las protectoras y los albergues pidiendo animales de un tipo u otro para intentar unificar la adopción y conseguir familias para perros determinados que pudieran quedar en los centros.

A día de hoy, todo sigue igual. En la mayoría de albergues y refugios de España hay, sobre todo, perros de tamaño grande o de razas calificadas por la ley como potencialmente peligrosas. Nada más. El abandono sigue contenido y la adopción al alza.

¿Es un espejismo? ¿España se está situando al nivel de otros países europeos donde el trabajo de las protectoras se centra en auxiliar a animales de personas mayores, enfermas o fallecidas, o perros y gatos maltratados o extraviados? O, por el contrario, ¿volverá, desgraciadamente, el abandono con la crisis económica que la pandemia está provocando? Nadie lo sabe pero, de momento, lo que estamos viviendo parece un sueño.