Elecciones generales 23J

Sánchez y Yolanda Díaz diseñan una campaña de no agresión para movilizar al máximo de electores

El PSOE es consciente de que necesita que Sumar mantenga los resultados de 2019 y en el entorno de la vicepresidenta reconocen que a los socialistas les tiene que ir bien para no pasarse cuatro años en la oposición

Pedro Sánchez, Teresa Ribera y Yolanda Díaz.

Pedro Sánchez, Teresa Ribera y Yolanda Díaz. / EFE

Marisol Hernández / Ana Cabanillas

Que la única posibildad de revalidar el Gobierno de coalición pasa por la movilización del mayor número posible de votantes progesistas es algo asumido por el PSOE y por Sumar, a pesar de la tensión en el seno de la coalición durante toda la legislatura. Bajo esta premisa se han conjurado esta campaña electoral para evitar un escenario de hostilidades que pueda desmotivar la izquierda. Pedro Sánchez y Yolanda Díaz impulsan una estrategia de no agresión, conscientes de que se necesitan mutuamente, y lejos de disputarse el voto, los candidatos presumen de su buena relación, una exhibición de afectos poco propia en plena carrera por las urnas.

La resaca electoral en el PSOE tras los malos resultados del 28 de mayo les llevó, en un primer momento, a realizar un llamamiento al voto útil para concentrar en sus siglas todos los apoyos de la izquierda. Pero, como publicó EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, el propio presidente modificó ese planteamiento inicial y, después de que Díaz consiguiera cerrar un acuerdo con Podemos y se disipara el 'ruido' en ese espacio, impuso que "no hubiera una campaña antiSumar".

Al principio también Yolanda Díaz apostó por una línea más dura hacia los socialistas y en sus primeros mítines hacia mediados de junio le lanzó una advertencia: "No está bien que nos acerquemos a la gente diciendo que la economía va bien", porque, apuntilló, "la gente lo está pasando mal". Lo que significa que "la respuesta que se ha dado no sirve", destac una dura Díaz frente al discurso más triunfalista de Sánchez

En esa misma semana, Díaz criticó por "insuficiente" la propuesta de subida del SMI del presidente y puso en cuestión las medidas de Nadia Calviño en materia hipotecaria, proponiendo un bono de emergencia de 1.000 euros para los hogares vulnerables. Tampoco dudó en lanzarse directamente contra el socio mayoritario de la coalición cuando el Consejo de Ministros prorrogó el escudo social eliminando el límite del 2% en la subida del alquileres.

Pero estas posiciones más críticas se han rebajado casi al mismo tiempo que Sánchez ha orillado la apelación a un voto mayoritario en torno a las siglas del PSOE. En la candidatura niegan que exista un acuerdo verbal entre Díaz y Sánchez para reducir el nivel de ataques, pero admiten que necesitan que los socialistas obtengan buenos resultados para hacer frente a la suma del PP y Vox y, en el que caso de que sea posible, tener un papel determinante en la confección de un eventual Gobierno progresista.

En las filas socialistas reconocen el viraje porque tienen que volver a ser complementarios como en 2019. Que Sumar revalide al menos los 35 escaños que Unidas Podemos consiguió en 2019 y que el PSOE se mantenga sin que el PP le saque mucha distancia, para que no se beneficie tanto del reparto de diputados.

Sánchez pide el apoyo de los votantes del PP

Desde hace días es muy perceptible que Sánchez no confronta con Sumar. No lo ha hecho en las sucesivas entrevistas en los medios de comunicación. Ni en el arranque de campaña, ni en la presentación del programa electoral este viernes, a pesar de que hizo un requerimiento general de apoyo. "Las elecciones del 23 de julio no son una mera contienda entre partidos políticos", dijo. "Lo que se decide, es qué dirección toma España".

El presidente pidió el voto "a quienes siempre han confiado en el PSOE" pero aceptó que "necesitamos a muchos más apoyos". Nos lo buscó de manera explícita en el caladero de Sumar. Apeló a los votantes "de otras opciones políticas". Pero el único partido al que citó es al PP. "Pido el voto incluso de quienes han votado al PP y se sienten avergonzados por los pactos de Feijoo con Abascal. Sé que muchos piensan diferente a nosotros en algunas cuestiones. Pero a todos y a todas nos une lo más importante: y es que España avance y no retroceda".

El mensaje tiene su sentido. No parece formulado para el votante tipo del PP pero sí para los que esperaban otro comportamiento de Feijóo, en lugar de su aval a los pactos con la ultraderecha. También ara los que hacen cuatro años respaldaron al PSOE y ahora pensaban decantarse por el dirigente gallego. E incluso a muchos de los que han apoyado a Ciudadanos.

Los socialistas dan por hecho que el voto útil les favorecerá en las provincias más pequeñas, donde se reparte, tres cuatro o cinco diputados porque en ellas ni Sumar tiene presencia ni opciones de competir. Pero saben que, en las que se juegan ya seis o siete escaños, es fundamental que la vicepresidenta y ministra de Trabajo repita sus resultados.

Sumar no renuncia a los desencantados con el presidente

En los últimos días las críticas de Díaz también se han atenuado hasta desaparecer, y la estrategia ha cambiado: de chocar con el PSOE a intentar atraer a su votante desencantado. En Sumar creen que pueden ser atractivos a esa bolsa de electores que en su día apostó por Sánchez y que ahora es reacio a votarle de nuevo porque le provoca rechazo. Este segmento es una pieza a disputar y también uno de los objetivos del PP.

Pero la competición por este grupo se plantea sin enfrentamiento. La líder de Sumar no tiene problema alguno en sacar a relucir la buena relación que mantiene con el presidente de Gobierno, un vínculo que podría aproximarla a una parte del electorado socialista. Ese mismo jueves, Díaz confesaba haber vivido en el Gobierno “un gran acercamiento a una persona que no pensaba que era así", al tiempo en que agradecía que “en momentos complicados como la gestión de la pandemia, tuvo absoluta confianza" en su departamento. “Nuestra relación es buena, mucho mejor que otras relaciones que vienen del mismo partido”, defendió, en referencia implícita a la vicepresidenta económica, Nadia Calviño. A lo que no ha renunciada Díaz es a las reproches a Calviño, con quien mantiene un pulso abierto y a quien consideran que encarna el ala más liberal del socialismo.