Cuando se conoce un lugar por primera vez, la «mirada del turista» capta cada rincón y por poco encanto que haya, el cerebro busca la forma de hacerlo especial. Una zona arbolada, una playa paradisíaca, un casco antiguo envejecido… Esa forma de cautivar que tiene lo desconocido, es lo que hace que los viajes sean especiales. Descubrir y hacer cosas nuevas tiene su magia, pero para hacerlo no hace falta irse tan lejos.
De norte a sur, la provincia de Alicante tiene innumerables opciones para redescubrir playas, rutas de montaña o pueblos con encanto. Tanto para los amantes de la montaña como para los que prefieren la playa, e incluso para los que son más de ciudad, la provincia ofrece un turismo activo y adaptado a todos los gustos.
Desde el encanto del contraste entre azules de las playas de Xàbia, el casco antiguo de Altea, la panorámica que hay desde lo alto del castillo de Guadalest, las recónditas calas que se encuentran a lo largo de la Costa Blanca, la historia que esconde Orihuela, las callejuelas del barrio de Santa Cruz o la anécdota que se esconde tras «La cara del moro» en la capital.
Cuestión de perspectiva
Descubrir Alicante por primera vez es indescriptible, y hay quienes seguro que darían lo que fuera por ver cada rincón como si no lo hubieran hecho nunca. Pero todo es cuestión de perspectiva, de dejarse seducir por el arte, la gastronomía, el ocio, las tradiciones o las playas y calas paradisíacas que ofrece la zona.
Redescubrir Alicante es volver a ir a les Fonts d’Algar, visitar Tabarca y hacer noche en la isla para ver cómo - cuando parte el último barco hacia la península- parece que en la isla se pare el tiempo, es hacer snorkel en Calp, ver el amanecer desde cala Conill, comer en un chiringuito en la playa de San Juan, visitar la casa de Miguel Hernández, ver iluminado el castillo de Sax, probar el arroz con costra en Elche o visitar el Huerto del Cura.
Puede que al principio cueste un poco forzar la mirada para volver a encontrar el encanto de aquello que se ha convertido en cotidiano. Pero vale la pena volver a sentir la emoción de ver «El Misteri d’Elx», que se encoja el corazón con la representación de un bombardeo de la Guerra Civil Española desde el búnker de la plaza Balmis en Alicante, vivir la tradición y el arte en el Museo de Hogueras, disfrutar de una cata en cualquier bodega alicantina, desafiar las alturas con la excursión a la pasarela del pantano de Relleu o acceder a una fortaleza del siglo XII con el castillo de la Atalaya de Villena.
Cocina mediterránea
Por su proximidad con el mar, visitar Dénia y degustar su gamba roja, comer una mariscada en Calp con pescado fresco de la lonja, deleitar un arroz a primera línea de playa en cualquier chiringuito de la Costa Blanca o comer un caldero de Tabarca es sinónimo de placer. La gastronomía mediterránea es una de las joyas de la provincia de Alicante, y tanto para los turistas como para los locales, comer un arroz, una mariscada o un caldero de Tabarca con vistas al mar, mientras la arena roza los pies y la brisa atenúa el calor es un verdadero privilegio.
Pero la provincia no solo tiene fama por sus arroces y mariscos. Hacia el interior, en la pintoresca localidad de Xixona se encuentra la cuna del famoso Turrón de Jijona. Para descubrir cómo se elabora este dulce, que nunca falta en la mesa cuando llega la Navidad, o la historia que hay detrás de su elaboración y popular comercialización solo hay que visitar algunas de las fábricas de esta localidad. Sin duda, el plan perfecto para los amantes del turrón.
Turismo de interior
Aunque las playas de Alicante sean uno de los mayores reclamos turísticos de la provincia, en el interior se esconden parajes que hacen conectar con la naturaleza, que se pare el tiempo y que se olvide el ajetreo de la ciudad. Enclaves como el Parque Natural de la Sierra de Mariola son uno de los tesoros que esconde el interior de la provincia.
Pero encontrar parajes llenos de naturaleza no es exclusivo del interior de la provincia, Alicante cuenta con un total de nueve Parques Naturales entre los que se encuentra la Sierra de Mariola, el Penyal d’Ifac, el Montgó, La Font Roja, El Hondo, La Marjal de Pego-Oliva, las Salinas de Santa Pola, las Lagunas de la Mata – Torrevieja y Serra Gelada. Cada uno, destacable por sus características, biodiversidad y encanto: desde las rosadas aguas de las Lagunas de la Mata – Torrevieja, hasta las cristalinas cascadas de la Sierra de Mariola, pasando por las rutas de vértigo de Serra Gelada, cada paraje es único y sin duda recomendable para desconectar.
Sumergirse en el Mediterráneo
Alicante tiene muchas cosas por las que ser reconocida, pero sin duda, una de ellas es sus playas de aguas cristalinas y sus recónditas calas. La playa Granadella, de aguas turquesas y entorno rocoso, o la cala del Moraig, con sus cuevas marinas, son dos enclaves imprescindibles para visitar en verano.
A la hora de ir a la playa, encontramos dos tipos de personas, quienes prefieren darse un chapuzón y leer un libro bajo el sol, y quienes, por el contrario, buscan aventura. Para los intrépidos, una de las mejores playas a las que ir a practicar cualquier deporte acuático es la playa de Levante, en Benidorm, desde el surf y el windsurf hasta el paddle surf y el kitesurf, no habrá deporte acuático que se resista.
Existen tantas preferencias como lugares por visitar tiene Alicante. Adentrarse y descubrir o redescubrir enclaves como sus parques naturales, playas o lugares de interés; conocer la historia de sus tierras; disfrutar de su gastronomía o tradición, son algunas de las experiencias que hacen que el turismo por la provincia sea inolvidable.
