Llega el Festival de San Sebastián. La 2 se encargará de emitir las ceremonias. Pero será en diferido. ¿Por qué? ¿Acaso para maquillar desajustes? ¿Para editarla mejor? No creo que sea el caso. Tanto la inauguración y clausura como la concesión de los Premios Donostia, desde que tienen lugar en el Kursaal, cuentan con una precisión casi militar.

Las he seguido desde el primer año muy cerca del escenario, justo detrás de las cámaras que realizan el traveling a lo ancho del escenario. Y siempre me ha parecido lo mismo. Que Edurne Ormazábal y sus acompañantes se dirigen no tanto a los dos mil asistentes del auditorio como a quienes les siguen a través de las cámaras. Todo está presidido por una remarcada frialdad. No sé si será por estar en la frontera con Francia, pero todo es muy europeo. Hasta la música. Como si estuviésemos en una franquicia del Circo del Sol. Y eso que el director artístico de las galas es Diego Galán, un señor nacido en Tánger. Pero muy curtido en los nortes, por lo que se ve.

A lo que vamos.

A mí me gustaría ver la gala en directo. Es decir, recuperarla días más tarde en la web del festival o de rtve.es, pero verla pensando que fue emitida en riguroso directo. No como hasta ahora. Cuando finaliza en el Kursaal, mientras proyectan la película inaugural, cruzo el río Urumea, y desde el hotel me da tiempo a verla en La 2. Es curioso recuperar algo que se ha vivido in situ a través de los ojos del editor. No es lo mismo. Se ven dos galas muy parecidas, pero distintas. El diferido me permitirá volver a realizar el experimento.