El emplazamiento litoral es condición necesaria pero no suficiente para la adscripción marítima de una ciudad. El atributo "marítimo" se deriva del grado de integración cultural, social y económica de la ciudad con el mar; en definitiva, de cómo lo viven y sienten sus habitantes. Se puede afirmar, por los datos que nos aporta la experiencia, que Alicante no es una ciudad con una arraigada cultura marítima, una ausencia que se refleja desde el urbanismo a los deportes practicados por los ciudadanos.

Hace unas semanas la Generalitat anunció el inicio de las obras del Plan Bahía, para conectar el Postiguet con el Cabo de las Huertas, que supondrá hacer más accesible el litoral a los ciudadanos. Pues bien, ese es un proyecto que ya se presentó por el entonces alcalde Luna poco antes de perder las elecciones frente a Díaz Alperi: hace más de quince años.

Salvo en los clubs privados, no hay ninguna tradición municipal en el fomento de los deportes náuticos. La Concejalía de Deportes no tiene ningún programa en esa línea, y la de Juventud solo realiza esporádicamente algún tipo de actividad náutica.

En esta pérdida del carácter marítimo de Alicante, ha influido la separación física y económica entre el puerto y la ciudad. Históricamente, el puerto ha sido para la ciudad la puerta que la unía con el mar y con rutas marítimas desconocidas. Es cierto que se han abierto a la ciudad espacios portuarios, pero han sido desprovistos de referencias portuarias que transmitan la memoria de esos lugares, convertidos en centros comerciales en tierra y aparcamientos de barcos deportivos en sus espejos de agua. Tenía razón Guy Debord cuando decía que el mercado homogeniza y disuelve la autonomía y cualidades de los lugares.

Algunas aportaciones para recuperar y reforzar una cultura marítima en Alicante podrían ser las siguientes:

1. Está por desarrollar un diagnóstico integral del territorio litoral de la ciudad, entendiendo por "litoral" una banda de suelo y mar a lo largo de la línea de costa, con un ancho que habría que determinar en función de las características naturales y artificiales en cada punto de ella. Habría que precisar cuestiones como el grado de ocupación de suelo por la edificación y urbanización, concentración de viarios, morfología, biodiversidad, calidad del paisaje y erosión. El Plan General tendría que haber desarrollado este diagnóstico del litoral de la ciudad, como paso previo para analizar el impacto que puede producir en él un aumento del nivel el mar inducido por el cambio climático.

2. El Plan General propone un corredor-paseo, en general elevado, a lo largo del litoral, que debería ser revisado según las características naturales de algunos de los lugares por donde discurre. Tramos como los del Cabo de las Huertas, saladares de Agua Amarga o Tabarca son espacios muy frágiles que exigirían tipologías de paseos "blandas" para no dañar los valores del entorno natural por donde discurren. No se puede repetir el lamentable muro, construido a modo de paseo, sobre la playa fósil de Cala Cantalar.

3. La propuesta de soterramiento del viario de vehículos en Conde de Vallellano (Explanada-Puerto) no es una buena solución y además es cara. No es una buena solución porque la infraestructura de drenaje de pluviales existente es un obstáculo importante para la obra de soterramiento, y empeñarse en hacer la obra producirá una barrera visual desde la Explanada hacia el puerto. Una solución más económica, y menos agresiva, estaría dirigida a disminuir la capacidad de tráfico reduciendo la calzada de vehículos a favor de espacio público peatonal, todo ello desde una estrategia para la accesibilidad del conjunto del Centro Tradicional.

4. La Autoridad Portuaria de Alicante debe de compartir con la ciudad las decisiones que afectan al futuro del puerto y sus transformaciones. Por dos razones fundamentales. La primera, por la condición histórica de pertenencia del puerto a la ciudad; y la segunda, porque el Ayuntamiento es una institución elegida por los ciudadanos, y no así la Autoridad Portuaria. En consecuencia, el Ayuntamiento debería emplear bastante más energía de la habitual en la defensa de los intereses de la ciudad frente al puerto, y éste, menos arrogancia cuando se dirige a los ciudadanos.

5. Los ciudadanos de Alicante todavía estamos esperando que la Autoridad Portuaria nos muestre el anunciado estudio en el que se determinan los beneficios que genera el puerto en la ciudad. De ese modo se dispondrían de elementos para establecer una valoración y comparación entre los beneficios con los costes de todo tipo que genera el puerto a la ciudad.

6. Debería establecerse un consenso entre las instituciones culturales de la ciudad para recuperar y fomentar una cultura de las relaciones de la ciudad con el mar. Entre otras acciones, se debería mostrar y difundir la historia marítima de la ciudad, ligada de un modo determinante al puerto. Un área temática a desarrollar, en una exposición permanente o en un museo marítimo, contemplaría todo lo relacionado con los movimientos del mar y dinámica litoral, unido a la problemática actual de la elevación del nivel del mar impulsado por el cambio climático. No hay que olvidar que la altura del mar en Alicante fue elegida, a finales del siglo XIX, como nivel cero de todos los levantamientos topográficos de España, altura que se determinaba en un Mareógrafo instalado en el puerto, y del que todavía se conserva una olvidada instalación.