De forma despiadada y sin demasiado fundamento se viene menospreciando, cuando no atacando, el conocido como "turismo de sol y playa" cuando la realidad, esa tozuda y persistente testigo, acredita un año tras otro, temporada tras temporada, en todas las condiciones, que sigue siendo el turismo que más adhesiones concita, que más movimientos, tanto nacionales como internacionales origina, que lo mismo mueve a gentes de una u otra edad y que atrae, por igual, a las más diversas nacionalidades y estratos sociales.

Benidorm es, cómo no, uno de los mayores y mejores ejemplos de lo antedicho. Pero en el caso Benidorm confluyen otros atractivos a los que no podemos sustraer importancia como son su privilegiada situación geográfica, la bonanza de su microclima y también, aunque parece estarse olvidando, que Benidorm es un lugar divertido. Divertido en muchos aspectos. Hace años, creo que fue el sociólogo José Miguel Iribas el que dijo que "el mayor parque temático de Benidorm son sus playas" y, efectivamente, el atractivo de las aguas transparentes y las arenas es innegable. Pero también es atractiva su imagen de ciudad moderna, su variado comercio, su restauración al alcance de todos y su entorno salpicado de parajes y poblaciones que invitan a la excursión y la visita.

Por si fuera poco, Benidorm cuenta para la diversión de sus visitantes con una oferta en parque temáticos o de atracciones como pocas ciudades turísticas que garantizan la diversión para todos: Al zoo, Terra Natura, y sobre todo a los ya muy veteranos y acreditados Aqualandia y Mundomar, modélicos en su funcionamiento y excelentemente gestionados por sus ejecutivos que consiguen una marcha ascendente en su prestigio y, supongo, en su cuenta de resultados gracias a la aceptación que han conquistado año tras año de un público fiel y satisfecho, se une ahora el cambio de propiedad en Terra Mítica, un parque que nació con el hándicap negativo de empezar su andadura de espaldas a Benidorm, con una gestión más preocupada por enriquecer a sus ejecutivos que en conquistar el mercado y sin conseguir llegar a lograr el afecto ni de los habitantes ni de los visitantes de Benidorm y su entorno. Ahora se une a la oferta de Aqualandia y Mundomar, al pasar a ser gestionado por el mismo propietario y su equipo, las perspectivas de una nueva época de mejores horizontes se abre sobre una instalación que parecía abocada a su cierre y que ahora, con una nueva filosofía de la diversión y del negocio, en manos muy profesionales y con una vinculación más estrecha con Benidorm y su tejido turístico parece consolidar una nueva aportación a los atractivos de una ciudad que apunta a una seria y completa modernización de muchas de sus estructuras. Una ciudad divertida.