La victoria del pepé en las elecciones, por incomparecencia del contrario entre otras causas, ha inflado las velas de la derecha española que ya acaricia, qué digo, amasa y degusta, el poder total sobre España.

Cuando se consume la operación, le digo al Rochet, un viejo conocido del Mercado Central, se acabarán las tribulaciones. De la noche a la mañana se encenderán las luces, el crédito manará hacia las empresas, las familias se librarán de sus deudas, el empleo remontará y el país se despertará de la pesadilla zapateril. ¿Y por qué? Porque Mariano Rajoy y su equipo traerá consigo tal caudal de confianza que los lobunos mercados financieros se transformarán en tiernos corderillos que comerán en su mano y las perspectivas lúgubres hoy tan extendidas desaparecerán como por ensalmo. La caverna mediática celebrará el hito con frenesí, los barones y baronesas se arremangarán y limpiarán la escoria que les rodea, el dinero oculto aflorará y las campanas de las iglesias repicarán a gloria.

Incluso tendrán su explicación y su recompensa los bulos vertidos estos años por expertos agoreros para dañar la imagen de España y hacer el caldo gordo a los especuladores, pues no debe haber parto sin dolor. Al mando de invisibles palancas que solo él conoce, don Mariano llevará a cabo una metódica labor profiláctica y situará a España en la órbita calculada por FAES para que podamos soñar en un destino inmarcesible. Porque el pepé viene al rescate de España tanto en lo espiritual como en lo material. En lo espiritual, porque combatirá el disolvente relativismo moral impuesto por Zapatero, destructor de la familia. En lo material porque recabará sacrificios viriles, estos sí necesarios para superar el buenismo que hoy impera y nos instará a trabajar duro por menos salario (quien lo tenga), como corresponde.

Y hablando de rescates, habrá que considerar la idea de que don Mariano se atreverá a solicitar y a promover el rescate de España. No es descabellado. De hecho la caverna mediático-económica que antecede a don Mariano es lo que quiere y por lo que porfía. En ello están desde hace tiempo. Poco importa que los datos objetivos de España indiquen que un rescate a la griega o a la portuguesa es absurdo por injustificado. Los datos de deuda pública y déficit, así como la solvencia bancaria, que presenta España, son mejores que la de la mayoría de países intocables; pero como dicen que la deuda privada es muy alta, al igual que el desempleo, sospechan que esta debilidad repercutirá en la solvencia del sistema bancario, por lo que no estaría de más garantizar aún más sus balances. De modo que los mismos que fueron rescatados y que se benefician del negocio ganso, con solo poner la mano, de créditos blandos del BC para obtener gigantescas rentabilidades, producto de botín obtenido de los ataques a la deuda soberana, quieren más.

Cierto que el gobierno Zapatero ha tomado medidas que son las propias de un rescate, lo cual ha lesionado a sectores enteros de la sociedad, arrastrando al sistema de partidos al abismo y amputando los brazos y las piernas de un sindicalismo que se bate en retirada. Pero el rescate de don Mariano será de los buenos, ya que no es lo mismo que te caiga encima un pedrusco de cinco kilos que de una tonelada. Y cuando se consumen los planes del verdadero y letal rescate, para salvar a España, los partidos quedarán laminados, con la ayuda del 15-M, y el movimiento sindical exterminado. Solo quedará en pié el poder de las finanzas que, con su natural tendencia a la autodestrucción, sumirá a la sociedad española en un conflicto sin salida. Corrijo: sin una salida democrática.

Este panorama no muy alentador se divisa desde el limbo. Pero claro está, ninguna trayectoria es ineluctable, por más que sea probable.