Hace unos días cayó en mis manos el número de enero de 2012 de la revista MAR que sigue siendo una referencia para el sector marítimo y pesquero de nuestro país. La edita el Instituto Social de la Marina que tanto ha ayudado a formar a promociones de trabajadores del mar, desde su creación en 1930. Sentí una enorme satisfacción al comprobar que uno de sus reportajes sobre las redes de control de la Posidonia Oceanica alababa la extraordinaria labor que lleva a cabo nuestro Instituto de Ecología Litoral en este tema y que viene desarrollando desde su creación en 1989. Varios profesores de nuestra universidad (Alfonso Ramós, José Luis Sánchez Lisazo) tuvieron un papel decisivo en su puesta en marcha y posterior evolución; y poco a poco se convirtió en un centro de referencia de la investigación marítimo-terrestre y del control de la calidad de nuestras aguas litorales y de nuestras costas en España. Juan Guillén y Gabriel Soler han conducido estos años, con inteligente empuje, este organismo que se ha convertido en uno de los principales centros españoles y europeos en el estudio de las aguas marinas costeras y su biocenosis y de la costa adyacente. Son más de un centenar las publicaciones que han llevado a cabo sus miembros en la última década y más de 15 líneas de investigación desarrolladas, que se plasman en programas científicos tan necesarios como el señalado estudio y control de la Posidonia, los programas "Profit", los análisis sobre biodiversidad marina de nuestras costas, sobre erosión costera o sobre ramblas mediterráneas, entre otros. Asimismo, el Instituto de Ecología Litoral lleva a cabo el control de calidad de las aguas marinas, tan necesario en los meses de afluencia turística estival. Por no mencionar los programas de voluntariado y educación ambiental que ha permitido la formación de cerca de 1.000 voluntarios en la última década, con más de 2.000 inmersiones. Desde su creación, el Instituto de Ecología Litoral ha tenido un papel decisivo en el control de la calidad ambiental de la Reserva Marina de Tabarca, que es una de esas pequeñas joyas naturales que tenemos en la provincia. Son algunos de los méritos de este organismo que no hace sino prestigiar las acciones ambientales que se llevan a cabo en nuestro territorio y así se reconoce dentro y fuera de la provincia. Confío en la inteligencia, ponderación y saber hacer de las administraciones que forman parte de la Fundación que dirige este organismo para que sigan apoyando e impulsando la labor del Instituto de Ecología Litoral. Y especialmente de nuestra Diputación Provincial, que debe tener en este Instituto uno de sus organismos de referencia en materia ambiental. Estamos, es cierto, en una coyuntura económica delicada. Está tambaleándose incluso la pervivencia de nuestro Estado del Bienestar. Y, claro, lo medioambiental pasa a ocupar ahora, lamentablemente, un lugar secundario.

Nuestra institución provincial ha hecho desde 1978 una apuesta decidida por la protección ambiental de nuestra provincia y ha llevado a cabo iniciativas muy de valorar. Por eso, el apoyo al Instituto de Ecología Litoral debe ser una realidad que está avalada por sus casi 23 años de dedicación. Otros organismos, otras acciones pueden no ser ahora prioritarias, pueden incluso ser prescindibles. Pero el control, vigilancia y gestión ambiental de nuestro litoral es indispensable. Nuestro turismo de sol y playa -activo vital de la economía provincial-, nuestra actividad pesquera y nuestro medio ambiente requieren de la existencia de un organismo tan serio, competente y de utilidad social como el Instituto de Ecología Litoral. En términos económicos, cabría decir que el Instituto es una inversión necesaria y rentable para nuestra provincia. Si como nos ha indicado la Unión Europea la planificación de actividades en el territorio tiene que regirse, durante las próximas décadas, por los principio de la sostenibilidad ambiental la apuesta por la gestión inteligente del medio litoral que desarrolla el Instituto de Ecología Litoral es un activo que no merece discusión. Reitero: otros organismos tal vez pueden serlo, pero el Instituto de Ecología Litoral es realmente necesario por la función que desempeña con enorme rigor y por su utilidad social, económica y ambiental.