Bárcenas ha pasado al ataque desde la retaguardia. Amenaza con identificar a quienes recibían los sobres que él mismo repartió durante veinte años en la sede de la calle Génova. En estos momentos, habrá entre los dirigentes populares quienes piensen que el tesorero del PP, que aparecía en la contabilidad paralela de la trama Gürtel como Luis "el cabrón", más que un cabrón es un auténtico cabronazo.

Pero el asunto es bien sencillo de entender, Bárcenas no quiere comerse el marrón por pagar sobresueldos en dinero B. No se siente culpable. Lo hizo durante las etapas de secretarios generales de Álvarez-Cascos, Arenas y Acebes, y no hubo objeción a aquella singular forma de distribuir las ganancias por las comisiones que renta el poder. Si es que en algún momento Cospedal quiso frenar esa forma de actuar, está claro que no lo consiguió; sólo las primeras revelaciones del "caso Gürtel" hicieron saltar por la ventana al encargado de las finanzas, que, sin embargo, según se ha dicho, siguió acudiendo a la sala de operaciones del partido para despachar asuntos particulares como si nada hubiera sucedido.

Con los hombres que manejan los números hay que tener cuidado. En Filesa, no sé si recuerdan, cantó la gallina cuando aquel contable chileno se sintió menoscabado por el PSOE. Ahora, Luis "el cabrón" maneja los listados. Que no cunda el pánico, pero el primer tic nervioso de la actual dirección ha sido: "Yo jamás he cobrado". ¿Quiénes cobraron entonces?

El "caso Gürtel" ha trazado en el PP una línea divisoria entre el bien y el malque sólo algunos se han atrevido a cruzar. Cascos, jefe, ex compañero y amigo de Bárcenas, sabe que lo mismo que no hay que disparar sobre el pianista tampoco hay que hacerlo sobre el contable que se encargaba de repartir los sobres observando seguramente la debida jerarquía en el reparto. De hecho, ha sido el primero y hasta ahora el último en defenderlo.

La pregunta de si fue el "caso Gürtel" lo que separó a Rajoy deCascos tendrán la oportunidad de responderla más pronto que tarde. Ambos.