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Símbolo Blasco

Lunes

CIEN AÑOS NO SON NADA

El partido del sábado tuvo la lógica implacable de los ciclos históricos y lo de menos es que volviera a marcar un central en el último minuto como hace cuarenta años en Bruselas. Un equipo llevaba tres semanas preparando el partido; el otro llegó al estadio en ambulancia y no en autocar; el presidente de un equipo se sentaba junto a Rajoy; el del otro, junto a la reina, a quien no le gusta el fútbol; el encargado de entregar la copa era el delegado del Ibex en Oriente Medio, un tal Juan Carlos, y quien la recibió uno de los patronos del grupo. A eso de las cinco de la tarde un amigo angustiado me envió un mensaje con el que pretendía ahuyentar pesadillas: «Luis va a marcar en la prórroga». Era un mal presagio a la luz de los antecedentes e intuí qué iba a ocurrir cuando el cronómetro del árbitro comenzó a comportarse como el reloj del Ayuntamiento, que atrasa un minuto por cada cinco que avanza. Yo ya había visto ese partido.

Martes

CÓDIGO ROJO

La revuelta antialemana del domingo ha acarreado la victoria de los esuroescépticos en Gran Bretaña, de la extrema derecha en Francia y de «Podemos» en España, una plataforma que ha optimizado inteligentemente los medios de comunicación presentándose como una alternativa dicharachera y rebelde que ha descolocado a la izquierda tradicional. No tiene mucho sentido hablar de su programa político, un vademécum de ideas del pleistoceno y otras pertenecientes al género fantástico, ya que ni siquiera Pablo Iglesias puede creer que ponerlas en práctica sea algo sensato. Pero un millón largo de españoles han confiado por hartazgo, despecho o convicción en ellas y esto coloca a PSOE e IU en un respetable barullo, los primeros porque ahora han caído en la cuenta de que su suelo electoral es caprichosamente volátil y los segundos porque toda una vida dedicada a arañar votos a los socialistas sólo ha servido para que el último en llegar al baile se lleve a la chica. Y para esto perdimos una guerra.

Miércoles

EL LIMBO

No escarmientan. Tras la catástrofe, PP y PSOE han reaccionado como el milord a quien su ayuda de cámara pregunta si vestirá traje o chaqué para la cena y responde flemáticamente: «Sí». El PP ha optado por hacer autocrítica descafeinada vinculando el desastre a la cirugía de hierro que se ha visto obligado a aplicar y el PSOE vuelve a enredarse con congresos extraordinarios, primarias, barones y melancolía, mucha melancolía. Ambos han llegado a ese punto de suprema reflexión en que sólo se aspira a perder menos votos que el contrario, un entretenimiento peligroso porque el poder está en la calle esperando que alguien lo recoja y ellos no pisan la calle desde hace demasiado tiempo. Cuando Felipe González sugirió un gobierno de coalición no cometió un error político, sino aritmético: la suma de PP y PSOE será insuficiente si el eslalon persevera.

Jueves

CIUDADANO X

Es comprensible que ahora nadie conozca a Rafael Blasco, condenado a ocho años de cárcel por descerrajar la hucha del dómund. Pero Blasco ha sido en la política valenciana lo que una constante en las fórmulas matemáticas; las variables eran Zaplana, Camps y ahora Fabra. Es inverosímil que ninguno supiera a qué dedicaba su tiempo, aunque qué otra cosa se puede pedir cuando tu grupo parlamentario parece un gallinero de imputados. Blasco no es una anomalía, sino un símbolo de la devastación de fondos públicos que se ha perpetrado desde que alguien «puso a Valencia en el mapa» (González Pons dixit). Que la gente continúe votando a esta tropa sólo se explica desde la inercia, la complicidad o la teoría del mal menor. Descartada la posibilidad de que el PSPV decida qué quiere ser de mayor, sólo resta una certeza: si Cotino no sanciona a Mónica Oltra cuanto antes, lo más probable es que sea ella quien le sancione a él dentro de unos meses.

Viernes

A MÍ LA LEGIÓN

Una de las imágenes más utilizadas por el nacionalismo catalán para justificar sus delirios es el de la Guardia Civil volviendo a desfilar por la Diagonal pisoteando «senyeras». Aunque nadie en su sano juicio imagine al melifluo Rajoy encasquetándose el tricornio, es el tipo de melonada vistosa que permite ocultar evidencias. Por ejemplo, que Barcelona es desde hace tres días un híbrido de Verdún y Tianamen que ha colapsado a los «mossos d´esquadra». El pretexto ha sido la demolición de un edificio que ocupaba una asociación cultural y la consecuencia es otra semana trágica en la que los anarquistas han sido sustituidos por barbuditos con aretes en las orejas. Y ahora adivinen cuál ha sido la súplica urgente de Mas a Madrid: exacto, doscientos policías nacionales. No desfilarán por la Diagonal, pero queda confirmado que siempre es un pelotón de soldados lo que salva la civilización, los referéndums y las cuentas en Suiza.

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