El guitarrista Mike Stern dio la bienvenida en inglés a los numerosos espectadores, que no llenaron totalmente el Auditorio de la Diputación de Alicante para asistir al primer concierto de esta XVII edición del Festival Internacional de Jazz. «Muchas gracias», repitieron en castellano él y su colega Bill Evans durante la exitosa actuación. Los dos viejos amigos vuelven a colaborar. Los estadounidenses conforman un cuarteto junto al bajo eléctrico de Tom Kennedy y el baterista Dennis Chambers. Pero Stern y Evans, este último con el saxofón, actúan en primer plano y sobre la base rítmica que imponen sus compañeros. No obstante, la electrizante guitarra es la protagonista estelar. Los dedos bailan en las cuerdas con creciente vigor. Y la grave sonoridad de Kennedy y la chispa de Chambers estimulan para que Mike Stern pueda sacar todo el partido a su instrumento, el cual nos lanza el sonido pop-rock de un jazz fusión donde seguidamente toma el turno principal el saxo soprano de Bill Evans, quien lleva la nave con suavidad y con el oportuno ritmo. Más adelante surgen las grandes variaciones, bien dosificadas y para ofrecernos diversidad, aunque con el género jazzístico por bandera. El bajo tiene también minutos particulares de gloria, y la batería no se queda atrás con gran empuje. La armoniosa combinación musical no pierde de vista el carácter medio improvisado del género. La música negra es blanca en este caso, si bien ese seductor sello del jazz resplandece. Ahí está Stern exprimiendo las posibilidades de las cuerdas y empapando con esa bebida alcohólica a la nutrida afición. Explora diferentes intensidades y sonidos, o tararea sus punteos de guitarra. Evans golpea con la energía de su saxo tenor y vuelve a coger el primer puesto para que la brillantez emocional no decaiga. Cada uno esgrime su arma y nos muestra un virtuoso ejercicio que engancha a los asistentes. El grupo experimenta y transita por los territorios conocidos de esta clase de fusión en la que se incluyen el blues, el metal o el funk. El intimismo y las extrovertidas burbujas anidan en la misma madriguera. En el atractivo concierto de Fijazz. La noche del viernes.
