Algunos niños muestran, ya desde los primeros meses de vida, capacidades demasiado precoces. Por ejemplo, pronuncian su primera palabra en torno a los cinco meses, en lugar de a los 8, como es frecuente, o responden a su nombre al medio año, en lugar de a los 9 meses, como suele ocurrir con la mayoría de los neonatos.

Los niños superdotados también comienzan a caminar antes, se interesan rápidamente por los libros, muestran una gran memoria, e interés por temas sociales, son muy inquietos, no necesitan dormir mucho? Digamos que su cerebro funciona más rápido. Tienen, además, lo que los expertos llaman hiperestesia, es decir, una capacidad sensorial exacerbada. Todos sus sentidos se mantienen alerta constantemente.

Según la Organización Mundial de la Salud un superdotado posee un Cociente Intelectual superior a 130 puntos. Además se trata de una capacidad heredada, es decir, la mayoría tiene familiares que también lo son. En España, a fecha de hoy, viven un millón de personas con superdotación intelectual, y muchos, ni siquiera lo saben.

Sin embargo, su vida no es fácil. Ser diferentes, les acarrea numerosos problemas. Su exceso de actividad suele agotar a sus padres y ellos se aburren fácilmente. Uno de cada dos fracasa en los estudios, pero en nuestro país no existen escuelas especializadas para ellos. Por otra parte, su carácter analítico les lleva a ser temerosos ante posibles fracasos, pero también manipuladores y perfeccionistas. Además, se observa en ellos lo que los expertos denominan «disincronía evolutiva», refiriéndose a que, pese a su precocidad intelectual, otras áreas, como la conductual o la emocional, conservan un desarrollo normal. Por eso pueden reaccionar con lloros o rabietas como cualquier niño de su edad.

La adolescencia es un período crítico para un superdotado, quien puede sentirse diferente a los demás, rechazado e incomprendido. Según Alicia Rodríguez, presidenta de la Asociación Española para Superdotados, sufren dificultades para adaptarse al trabajo porque sus jefes no toleran que sean brillantes.

Otra de los problemas que experimentan tiene que ver con su área afectiva. La intensidad de sus percepciones les provoca una hipersensibilidad emocional, área en la que suelen mostrarse mucho menos hábiles, en ocasiones. Todo ello puede provocar cuadros depresivos y ansiosos que generan dolores de barriga, nauseas, problemas de sueño, etc.

A las personas que conviven con ellos se les recomienda no presionarles ni imponerles metas demasiado elevadas. En lugar de eso, debemos acompañarles y motivarles a desarrollar su creatividad, facilitarles el acceso a juegos y fuentes de información a su nivel, y evitar comparaciones con otras personas.