Para este viaje no hacían falta alforjas, que dirían en mi pueblo. En la Encuesta de Población Activa (EPA) publicada esta semana correspondiente al tercer trimestre 2015, el número de parados por primera vez en todo el mandato de Rajoy es inferior al que había en octubre de 2011. Es inferior en 147.200 personas. Esa reducción del paro siendo buena, es ilusoria: hay menos parados, pero hay muchos menos puestos de trabajo que hace cuatro años, hay 435.800 puestos de trabajo -los ocupados- menos que hace cuatro años. Como hemos repetido en otras ocasiones el total de activos -la gente que busca activamente trabajo y está en condiciones de trabajar-, es igual al de ocupados -los que trabajan, o hayan trabajado al menos una hora en la semana de la encuesta-, más los que no han encontrado trabajo, esto es los parados. Activos es igual a ocupados más parados. Y eso, sin entrar a considerar las condiciones de trabajo, que se han deteriorado gravemente, ni las características de los contratos: la mayoría -y aumentando- a tiempo parcial, temporales, y con sueldos básicos que no permiten llegar a final de mes.

¿Y qué ha pasado entonces? La contestación es que la población activa es muy inferior: hay casi 600.000 personas activas menos que hace cuatro años. De no haberse producido la reducción de la población activa el número de parados superarían los 5 millones y medio. En los últimos meses del gobierno de Rodríguez Zapatero las personas activas, eran 583.000 más que en la actualidad. Las personas que buscaban trabajo y que estaban en condiciones de trabajar eran muchas más que ahora. De los casi 23 millones y medio de activos 18.484.500 estaban trabajando, eran ocupados y el resto casi 5 millones eran los parados. Ahora el número de parados se ha reducido, por primera vez ha bajado de los 5 millones, son 4.851.000.

El milagro se debe a que aumenta el número de inactivos: la gente que se ha jubilado o prejubilado; y los que ya ni buscan trabajo, la mayoría de los cuales son mujeres y, sobre todo, las personas que en estos últimos cuatro años se han marchado al extranjero a trabajar: diariamente han sido 250 personas mayores de 16 años. Los residentes en edad de trabajar entre julio y septiembre último eran 365.000 menos que en el mismo trimestre de 2011, los últimos datos del Gobierno de Rodríguez Zapatero. Estos son los que se han marchado en su gran mayoría al extranjero.

En 2011 de cada 100 residentes en España se consideraban activos 50,7 (es lo que se llama tasa global de actividad) actualmente son 49,8. De la población en edad de trabajar eran activos el 60,6% (tasa de actividad) actualmente se ha reducido al 59,5. Por eso la tasa del paro se ha reducido de un 24,8 a un 21,2. Es la proporción de activos que no tienen trabajo; y es inferior porque la población española es inferior, porque la proporción de activos es inferior, y porque ha aumentado el número de inactivos.

En resumidas cuentas, los datos del paro se salvan, como decía la ministra de Trabajo Fátima Báñez, por la «movilidad exterior»: porque la gente más preparada se ha visto obligada a irse al extranjero a buscar trabajo.

Demasiada carga de austeridad en las alforjas: más de trescientos mil españoles se han tenido que buscar trabajo en el extranjero; muchas mujeres han tenido que volver a las tareas domésticas; la renta media por hogar, por persona, por unidad de consumo, los salarios medios se han reducido en estos cuatro años; el riesgo de exclusión ha aumentado de forma importante en especial para los jóvenes; estamos más lejos de conseguir los objetivos de la Estrategia Europea Contra la Pobreza; el Índice de Desarrollo Humano de la ONU se ha reducido de 0,878 a 0,869 en los tres primeros años pasamos de ser los 23 del mundo al puesto 27; el índice Gini que mide la desigualdad ha aumentado de 0,340 a 0,347. Todos son datos oficiales. Para este viaje no hacían falta alforjas.

El INE ha publicado la Encuesta Europea de Salud de los Españoles, y el 71 por ciento lo considera bueno o muy bueno. Igual como estamos en Halloween se le aparecen, en versión española, diciéndole a alguien, como a Don Juan, aquello de «los muertos que vos matasteis gozan de buena salud».