Cualquiera que hubiera escuchado la conversación «robada» del periodista que se hizo pasar por President de la Generalitat y el Presidente en funciones del Gobierno de España, convendría que el que es Presidente en funciones nunca debió llegar a ser presidente de nada. Es bochornoso y lamentable que el mensaje que haya calado es que este señorito no tiene nada en la agenda, ni se le espera. El problema del PP es el problema que ha traslado a España. Un liderazgo hueco, ayuno de trabajo, con una agenda en la que los problemas no se afrontan porque, cree él, que se solucionarán todos. Nada ha hecho más daño a Rajoy que todas y cada una de las revelaciones sobre su personalidad que hemos descubierto con trileros varios. Desde el «Luis sé fuerte» mecanografiado en su móvil hasta este episodio de sketch radiofónico, el personaje no ha evolucionado. Sigue sin pegar ni palo al agua.

Cuesta defender al líder de una formación política que, habiendo llovido lo que llovió el día de las elecciones, no se hubiera puesto a desayunar, comer, merendar y cenar, día sí, día también, con todos los líderes de los partidos mayoritarios. ¡Qué va! Está esperando con la «agenda muy libre». Porque «fumando espero al hombre que yo quiero». Y entre bolero, tango y puro que me meto entre pecho y espalda, alguien arreglará esto.

La infumable levedad del ser es incuestionable. Una sola llamada y ha venido a corroborarnos lo que muchos decíamos y los militantes del partido y gerifaltes callaban: Rajoy ni está, ni se le espera. La última vez que se le vio trabajar fue en el baile de fin de año. Fue su última contribución a la unidad de la nación. Todos estuvimos unidos a la hora de valorar que ni siquiera sabe bailar. ¡Joer qué difícil lo deja para el siguiente!

Está cayendo una muy gorda y él espera llamadas sentado en su diván mientras se psicoanaliza a lo argentino. El gran Borges decía: «Estoy solo y no hay nadie en el espejo». Y eso es lo que debe pensar este solitario y ausente. Mirándose en un espejo que ni siquiera refleja su ser. Buscar a otros cuando no te has encontrado a ti mismo supone un ejercicio psiquiátrico muy complicado. Podrá ocultarse en que los demás no quieren hablar con él. Pero él sólo atiende a imitadores radiofónicos. Si iba a quedar con el President de Cataluña, lo lógico es que la llamada la hubiera hecho él. ¿No? Pero en ese estilo de sombras chinescas que parecen lo que no son, surfea este personaje con fecha de caducidad.

Si monta un circo le crecen los enanos. Rellene inmediatamente la agenda, que por cierto, le pagamos todos los españoles. Si los días pasan y la agenda no se llena, y Rajoy no se cuestiona por qué, él es prescindible. Cuando la gente las pasa muy putas para llegar a fin de mes y el susodicho dice que tiene la «agenda muy libre», a uno le dan ganas de pedirle que devuelva la pasta que cobra todos los meses de nosotros. Ya que él no llama a nadie, hasta prefiero que se vaya a un comedor social a repartir comida para los más necesitados mientras aguarda la llamada de los «otros».

Su final no podía ser otro. Cuesta apoyar a un servidor público con tanta «pachorra». Con tanto desdén. Son muchos los millones de españoles que han apoyado al PP y son dignos de tener en consideración. Pero este señor está faltando al respeto, primero a sus votantes, y segundo a todos los españoles. Si este es el que se va a poner las pilas para arreglar una situación complicada pero necesitada de gente trabajadora, dialogante y pactista, apaga y vámonos.

Ya está tardando en sacrificarse para salvar la situación si tanto quiere a España. Porque este país necesita todas la manos y las cabezas para salir de esta dramática situación. Y lo que menos te esperas es que el capitán del barco tenga la «agenda muy libre». Porque de ahí al cubalibre solo queda la pachorra con la que decidas emplearte. Él la tiene toda.