No cabe duda de que la crisis económica en la que nos encontramos como resultado de las políticas neoliberales que se vienen aplicando desde hace años ha generado una profunda desigualdad social. Es un hecho que el crecimiento y las etapas de expansión que vivió la economía española en la pasada década estaba fundamentado en pilares muy poco sólidos y además ha concentrado sus beneficios en muy pocas manos, lo que, a juicio de no pocos economistas, ha terminado provocando una profunda crisis económica y social. Pero como toda crisis contiene una oportunidad de cambio, de forma paralela y con ciertas dosis de espontaneidad empiezan a surgir iniciativas sociales encaminadas a una economía mucho más solidaria. Parece querer desperezar una manera de vivir que abarca la integralidad de las personas y designa la subordinación de la economía a su verdadera finalidad: proveer de manera sostenible las bases materiales para el desarrollo personal, social y ambiental del ser humano.

Muestra de ello es la irrupción por casi todo el territorio peninsular de las llamadas «huertas solidarias», proyectos que nacieron con la idea de paliar el hambre y la marginación social y se están convirtiendo en verdadera alternativa, en una práctica transformadora de esa realidad interesada tan propia del homo económicus.

Desde esta perspectiva, bien sea por cesión de los ayuntamientos o por propietarios que altruistamente ceden sus terrenos, el lema «tú cultivas, yo te dejo la tierra», es un hecho. En nuestra provincia, uno de estos proyectos solidarios ha surgido en Elche de la mano de Manuel Salvador Iborra quien, además de ceder su pericia en el terreno de la agricultura, pone sus terrenos al servicio de un grupo de voluntarios y de socios colaboradores que aportan a tan generoso proyecto horas de trabajo, esfuerzo y dinero para hacer posible el cultivo de todo tipo de hortalizas y de verduras con el sano objetivo de que, una vez estos productos de la huerta sean cedidos a ONGs como Cáritas o Cruz Roja o a comedores sociales y diferentes asociaciones voluntarias puedan ser abastecidas, en gran medida, las necesidades de alimentación de muchísimas familias.

Sin duda la «huerta solidaria de Alicante y provincia» es todo un reto que, en mi opinión, transciende el mero sentido de lo filantrópico o altruista. Es una idea incluible, en primer lugar, en una estructura económica que dé paso a una nueva forma de entender la economía de una manera mucho más solidaria y cooperativa con la sociedad y con el plantea y, en segundo lugar, una práctica encaminada a la mejora de las relaciones humanas y de la propia calidad de vida.

Creo que va siendo hora de hacernos conscientes de que continuar manteniendo un sistema que prioriza la competitividad frente a la cooperación, el crecimiento vertiginoso a la sostenibilidad o que, en esencia, antepone el individualismo a las necesidades sociales más inmediatas es tanto como abocarnos al suicidio.

Decía el poeta francés Paul Éluard que «hay otros mundos pero están en éste», será por tanto cuestión de elección.