El título del artículo es un dicho del pueblo, una frase hecha y asumida que viene a significar enredar, dar vueltas para no definirse, disimular las intenciones y, en definitiva, despistar al prójimo. En el caso que ahora nos ocupa, al votante.

No estamos en Alicante, entre mascletás, cohetes, barracas y monumentos fogueriles, para trotes políticos ni intelectuales. La gente anda «dándole al cuerpo alegría Macarena» y no pendiente del día 26 y sus consecuencias, que lo que tenga que ser ya será.

Veo telediarios, oigo tertulias y huyo de las explosiones de tracas de toda índole porque me tocó hacer la mili en artillería -desde entonces arrastro mi sordera como mutilado de guerra por la Patria- y allí tiré cañonazos bastantes como para aborrecer todo lo que huela a pólvora, a tiros y a explosiones festivas o guerreras. Veo telediarios y oigo a los políticos bañándose, sumergidos en la indefinición.

Los populares saben que están solos y Rajoy ya ha avisado de que no irá a la investidura si no tiene los apoyos suficientes. Eso no deja de ser una verdad de Perogrullo, que a la mano cerrada le llamaba puño. Es como si yo proclamo aquí que no me voy a comprar un Ferrari o un Ferretti hasta que no me toque la primitiva, cosa difícil porque no sé ni cómo se juega a eso. Es una forma -que diría el creador de la vital e imprescindible ley del divorcio, Fernández Ordoñez- de solemnizar lo que es obvio.

El PSOE me da cierta pena. Había pensado incluso votarlo pero andan a la greña y, en mitad de la carrera, pretenden descabalgar a Pedro Sánchez haciéndole la guerra subterránea y sucia. Forzado por su barones -hasta por el extremeño Ibarra al que parece que se le ha ido la pinza proclamando que no quiere saber nada del «coletas»- le hace ascos a Podemos cuando sabe de sobra que, tal como van las cosas, sería la única posibilidad de formar un gobierno viable.

Pedro Sánchez: vamos a ser serios. ¿Se va usted a ofrecer a hacer bulto a cambio de unos cuantos ministerios en esa gran coalición a la alemana que le ofrecen los populares? ¿Quiere usted suicidarse y suicidar a los socialistas para que tarden lustros en levantar cabeza? ¿De qué le sirve un pacto con Ciudadanos, un partido con la misma ideología del banco mundial, dispuesto a ser bisagra con la única condición proclamada de que no sea Rajoy el que se lo pida y que además no tiene escaños para ayudarle a formar un gobierno? He ahí la bandera del señor Rivera que ha formado un partido de aluvión con restos populares, socialistas, upeyderos en desguace y de todo el que se ha querido apuntar, que los hay ahí que pueden hacer una baraja con tanto carné que guardan en sus desvanes.

Lea usted, señor Sánchez y si no que se lo expliquen sus delegados aquí, el INFORMACIÓN de hoy, segundo día de Hogueras, cómo mantienen la paz en la Diputación, le mantienen el sillón y el sueldo a un tránsfuga de Ciudadanos. No importan las ideas, no importa la gestión, no importan los proyectos en beneficio de la gente ni su bienestar, solo importa tener un número suficiente de votos para mantener el chiringuito mínimamente operativo.

Pablo Iglesias aguanta el tipo y se mantiene enhiesto porque se sabe en la cresta de la ola de las encuestas. La derecha explota el pánico a los comunistas y a los radicales y don Pablo abjura del comunismo porque ya no se estila, atribuyéndolo a una veleidad juvenil. Es inteligente. Se le ha visto -en la entrevista larga de Ana Pastor- comportarse como un hombre de Estado que reconoce que una cosa son los mítines, las afirmaciones eufóricas, humorísticas o descarnadas en los escenarios públicos para calentar a los fieles y otra cosa muy distinta sentarse al otro lado de la mesa, ese lado en el que se cuecen las complicadas decisiones de la Administración.

Pedro Sánchez sabe -y si no ya puede ir caminando al cadalso de la defenestración porque serán los mismos suyos quienes le corten el pescuezo como a los pollos camperos, como a los capones de Lugo por Navidad- que lo único racional y posible después del 26, si se quiere un gobierno de progreso y de izquierdas, que viene a ser lo mismo, es un pacto con Podemos, con Izquierda Unida y con algún similar si la aritmética no da bastante.

Me alineo con las tesis de Pérez Tapias: es preciso un gobierno pactado entre los socialistas y Podemos, renunciando a posturas de máximos y cediendo en lo necesario, que en eso consiste toda negociación.

Mientras tanto «pan y circo» que eso está inventado desde la época de los romanos, cuando funcionaba la piscina de salazones en la Illeta de El Campello y se elaboraba allí el exquisito garum. Miren si hace años.