Las Olimpiadas de Río han generando una grandiosa audiencia global. Organizadas en un país, Brasil, sumergido en problemas políticos y económicos. Pero creando, con más de 11.000 atletas en competición, un gran espectáculo lleno de preparación, esfuerzo y emoción humana y de orgullo nacional. Y además difundiendo no solamente el espíritu deportivo sino también la tendencia atlética en la industria de la moda, con el cuerpo ideal femenino o masculino. Todo ello fusionándose con el sector de la salud y el bienestar: en donde uno mismo puede llegar a cuestionarse la alimentación que lleva, el ejercicio que hace y sus efectos en la salud.

En todo este escenario, esa grandiosa audiencia mundial ha podido contemplar cómo atletas musulmanas competían con el cuerpo totalmente cubierto, aunque marcándolo, por la vestimenta deportiva. Y sin que surja un debate socio-político profundo, tal como está sucediendo en Francia, con el burquini. Creado por la australiana Aheda Zanetti en 2006 (burqa + bikini), para resolver la disyuntiva de numerosas mujeres musulmanas en la playa. Pero prohibido por 5 alcaldes este verano, en algunas playas de Francia, por su posible referencia al movimiento terrorista. Y, considerado por el primer ministro francés, Manuel Valls, como la expresión de un proyecto político basado en la esclavitud de la mujer. Sin embargo, los líderes musulmanes europeos afirman que es una elección en la vestimenta que refleja una creencia religiosa. E igualmente el Colectivo contra la Islamofobia en Francia (CCIF) lo considera como un medio de afirmar su religión. Aunque queda por oír al ambiente ciudadano tras tan sangrientos actos de terrorismo en Europa. Y aquí, el juez, y la realidad también, dejan ver en esta vestimenta, cierta actitud y naturaleza que estimula las tensiones, en un lugar público como es la playa.

Hace unos días, y seguramente en el marco de estas tensiones, el rey de Marruecos, Mohammed VI, ha condenando públicamente el fanatismo religioso, el terrorismo, y la instrumentalización que se ejerce sobre ciertos jóvenes musulmanes, especialmente en Europa, basada en la propia ignorancia de la lengua árabe y del Islam. Ha pedido a sus conciudadanos y ha invitado a los más de 5 millones de marroquíes que viven en Europa y el resto del mundo, a practicar un Islam de la paz y de la concordia. Y además ha calificado como una locura imperdonable el asesinato del Padre Jacques Hamel, un sacerdote, (el 26 de julio), en el recinto de una iglesia.

Pero a estas tensiones de la amenaza terrorista se suman también las de un alto desempleo y un débil crecimiento económico. Que el gobierno socialista de François Hollande no ha sido capaz de resolver, y estando por ello a la baja (con un posible fracaso) en las próximas elecciones de 2017. Y es que en el conjunto de Europa, los partidos socialdemócratas están yendo a la baja. Sobretodo en países como el Reino Unido, España, Alemania, Austria, Países Bajos, Grecia. En el Reino Unido, el partido Laborista ha perdido dos elecciones consecutivas. Y Jeremy Corbyn se sitúa en un partido dividido y debilitado, frente a un país fragmentado por el «Brexit» y una Escocia preparando su independencia para permanecer en Europa. Y en España, Pedro Sánchez se sitúa en un Partido Socialista seccionado por la cuestión de dejar que se forme gobierno, esperando mejores oportunidades, o no. Y situado entre los malos resultados electorales y la izquierda radical de Podemos pisándole los talones, y presionado por la rivalidad del PP frente el espectro de unas terceras elecciones. Sin embargo, ante esta presión, el PSOE mantiene su fuerza sobre la cuestión ética, basada en la corrupción que afecta al PP y sus procesos y sentencias por venir, y las lagunas del pacto PP y Ciudadanos, centradas en la Reforma Laboral y la derogación de la LOMCE. Pero, al final, en el espectro de terceras elecciones, todos los partidos están implicados.

Mientras tanto, la inversión en obras públicas baja drásticamente; y para mediados de octubre tenemos el apremiante plazo límite para aprobar los Presupuestos del 2017 y presentarlos a Bruselas. Sin embargo la vida sigue. En Europa, la minicumbre entre los debilitados (por sus asuntos domésticos) Angela Merkel, François Hollande y Matteo Renzi esta cargada de simbolismo y de unión, en el escenario humanitario del portaaviones Garibaldi. Recordando a uno de los padres de la Unión Europea, Altiero Spinelli. Precediendo a la gran cumbre europea de Baratislava. Y demandando mayor seguridad ante las amenazas, y mayor estímulo para el empleo y la inversión. En el mundo, el presidente ruso Vladimir Putin parece estar más a favor de Trump. ¿Pero podría tener influencia en su elección? sobre todo por cuestiones de política exterior: el posible reconocimiento de Crimea como parte de Rusia, y la posible renuncia al liderazgo de Estados Unidos en el mundo.