Como en cualquier otra población, desde antiguo en la ciudad de Alicante se conocían las calles y plazas con nombres que tenían que ver directamente con alguna característica propia de cada una de ellas, ya fuera física (barranco, foso, anchura), arquitectónica (edificio importante situado en dicha vía) o vecinal (comercios u oficios que había en ella): Barranquet, Fruta, Barcas, Hospicio, Parroquia, Portalet, Pescadería, Balseta, Ancha, Toneleros, Entre dos puertas, Horno, etc. Después vendría la costumbre de rotularlas con topónimos (nombres de lugares) y antropónimos (nombres de personas).

Las calles y plazas que se creaban conforme se iba ensanchando Alicante fueron bautizadas con nombres elegidos por los regidores de turno, los cuales no se resistían a veces a cambiar los nombres de las ya existentes.

En la historia de cualquier población populosa hay un momento en el que las autoridades locales deciden recoger por primera vez los nombres de sus vías públicas en un nomenclátor o callejero. En Alicante, el nomenclátor de este tipo más antiguo que se conserva en el Archivo Municipal es de 1850, pero es sólo de nombres de calles nuevas. No es hasta 1922 que se confecciona una relación de todas las calles y plazas del municipio. Desde entonces, el Ayuntamiento ha ido renovando el callejero con irregular frecuencia. En la actualidad, lo confeccionan conjuntamente los departamentos de Estadística y Cartografía.

Analizando con detenimiento estos callejeros se observan errores que vienen arrastrándose desde hace años. «Es necesaria una revisión total del callejero de la ciudad para corregir nombres duplicados, nombres erróneos y biografías equivocadas», advierte Alfredo Campello Quereda, cofundador de Alicante Vivo. Lo de las biografías equivocadas se debe a la falta de un callejero histórico riguroso y detallado, que explique no sólo el origen del nombre de cada vía pública, sino también los principales hechos acaecidos en ellas, a la manera de «Las calles de Barcelona», de Víctor Balaguer, obra decimonónica pero que sigue siendo el paradigma por excelencia de lo que debe ser un trabajo de este tipo.

En 1974 fue publicado «Alicante: sus calles antiguas y modernas», del presbítero Gonzalo Vidal Tur, pero su fiabilidad está muy cuestionada entre los investigadores históricos debido a sus no pocos errores. «El libro de Vidal Tur es en parte una copia de una obra inédita del periodista Francisco Montero Pérez, con las nuevas aportaciones del autor. No es casual que el sacerdote Vidal fuera el que diera la extremaunción a Montero en 1934. Aun así, se trata de una gran obra que aporta muchos datos de la historia de la ciudad, pero ha de tomarse con precaución», dice Campello, que lleva cuatro años investigando sobre la historia de las calles y plazas de Alicante: «Tengo un barrio terminado y listo para publicar, y estoy colaborando con un compañero de Alicante Vivo para continuar la labor barrio por barrio».

Como decíamos más arriba, muchos nombres de calles y plazas alicantinas han sido modificados varias veces con el transcurso de los años, siguiendo el criterio de los regidores de turno. La mayoría de las veces, estas modificaciones se produjeron como consecuencia de cambios políticos en los gobiernos municipales. En «El impacto del liberalismo en las calles de Alicante durante el siglo XIX», Víctor Sánchez Martín analiza exhaustivamente los cambios que se produjeron en el callejero alicantino entre los años 1852 y 1881: En 1852, el liberalismo moderado modificó los nombres de muchas vías públicas. Entre ellas, las calles Empedrado (por San Andrés), Barranco del Carmen (San Rafael), Ciegos (Santa Lucía), Pescadería (Cruz de Malta), Ancha (Navas), Almas (San Quintín), San Juan de Dios (Montengón), Foso (Gerona), Rejas (Castaños), Postiguet (Gravina), Lobo o En Llop (Maldonado), Igualdad (Torrijos), Isla (Bazán), Ataúd -por la forma de un edificio que había en ella- (Moratín), Toneleros (Jorge Juan), etc.

Tras el triunfo de la Revolución de 1868, los regidores alicantinos acordaron cambiar de nombre las calles relacionadas con la dinastía depuesta (Princesa por Prim, Subida a la puerta de la Reina por Zaragoza, Infanta por Alcoy, Puerta de la Reina por Puerta de Alcoy, Plaza de Isabel II por Plaza de la Libertad, Paseo de la Reina por Calle de Méndez Núñez), y además modificaron los nombres de la Explanada (Paseo de los Mártires) y calle Aparicio (Cádiz). Según explicaba Montero Pérez en El Luchador del 22-7-1926: «Este último cambio (Aparicio por Cádiz) se debió a la creencia de que la calle estaba dedicada al último comandante general de la provincia, Francisco Aparicio Pardo; pero en realidad tenía ese apellido en honor a un ilustre pintor alicantino. Por otra parte, cuatro años después, el Gobierno más radical que tuvo la Dinastía de Saboya, presidido por don Manuel Ruiz Zorrilla, concedió al Brigadier don Francisco Aparicio Pardo la Gran Cruz del Mérito Militar "por los servicios prestados a la causa del orden el 21 de Septiembre de 1868 en la ciudad de Alicante". Los comentarios dejamos que los haga el curioso lector».

Y en 1881, con la Restauración, se deshicieron algunos de los cambios anteriores: Prim por Princesa, Plaza de la Libertad por Plaza de Isabel II, Puerta de Alcoy por Puerta de la Reina y Alcoy por Infanta. Además, la Plaza del Mar pasó a llamarse de Alfonso XII.Tras la proclamación de la Segunda República (1931) volvieron a realizarse cambios en el callejero alicantino, pero no fueron tan numerosos como los que se produjeron tras la Guerra Civil. «En el comienzo de la Dictadura franquista, la labor de purga del callejero fue exhaustiva e inmisericorde», dice Alfredo.

Otra época de cambios en el callejero, pero mucho menos exhaustiva que la de 1939, coincidió con el inicio de la Transición. El primer equipo de gobierno presidido por el alcalde Lassaletta realizó varias modificaciones: Avenida de José Antonio por Avenida de la Constitución, Plaza del Caudillo por Plaza de la Montañeta, Plaza 18 de julio por Plaza del Ayuntamiento. ¿Por qué no se cambiaron también las de las muchas calles que tenían nombre de falangistas o derechistas relacionados con la Guerra Civil? «Ni siquiera nos lo planteamos. Nos bastó con cambiar las más simbólicas del franquismo. En aquellos años estábamos imbuidos por el espíritu de la reconciliación», dice Salvador Forner, a la sazón concejal de Cultura por el PCE. Unos años más tarde (1987) se cambiaron los nombres de General Mola (Estación), General Goded (Teatro), General Sanjurjo (Labradores), Padre Vendrell (Eusebio Sempere) y Camarada Llopis (Albufereta).

Actualmente vivimos otra época de cambios en el callejero alicantino, propiciada por la Ley de Memoria Histórica. El Ayuntamiento ha aprobado recientemente unos cuarenta cambios en el callejero, que en su inmensa mayoría afecta a vías públicas con nombres relacionados con la Guerra Civil, y más concretamente con el bando vencedor. En su lugar, se pondrán los nombres de personas relacionadas con el bando perdedor o con la cultura y la política progresistas más reciente, muchas de ellas mujeres. Cabe destacar la recuperación del nombre Mártires de la Libertad para el paseo que ya se llamaba así hasta 1939, aunque solo una parte (actual Conde de Vallellano). Entre los nombres nuevos también caben destacar los de cinco mujeres extranjeras: Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, María Montessori, Isadora Duncan y Malala Yousafzai. Las cinco cuentan en su biografía con méritos más que suficientes para ser reconocidas y elogiadas, pero resulta agraviador ver cómo se rotulan calles alicantinas con nombres de personas (ya sé que esto de que sean mujeres tiene su intríngulis, pero aquí el género no es lo importante) que muy probablemente no habrían sabido señalar en un mapa la situación de Alicante, al mismo tiempo que seguimos olvidándonos de personas alicantinas que tuvieron gran relevancia en su tiempo. Podría citarlas, pero me temo que la lista sería demasiado larga.

«Los cambios han pecado, en mi opinión, de internacionalistas y quizás algo genéricos. Hay alicantinos importantísimos o personajes que dejaron su huella en nuestra ciudad que han quedado olvidados. No hemos sabido aprovechar del todo una oportunidad de oro para ocuparnos primero de los nuestros, de los alicantinos olvidados o borrados de la historia por 40 años de Dictadura. Aun así, se ha dado un paso muy importante para cerrar de una vez por todas viejas heridas. También es muy importante que muchas de las nuevas denominaciones son de mujeres, las grandes olvidadas en los callejeros de las ciudades», opina Campello.

Está bien que a la hora de rotular las calles de nuestra ciudad nos acordemos de ministras republicanas, como la madrileña Federica Montseny, y de periodistas como Pirula Arderius (que se lo merece como profesional y por ser la primera periodista que trabajó en un diario alicantino), Coloma Pellicer y Adrián López, pero resulta sorprendente, por no decir irritante, que nos empeñemos en mantener en el olvido a un alicantino que fue también ministro republicano y el primer periodista español que ocupó un cargo relevante en una asociación internacional de corresponsales, entre otras cosas: Carlos Esplá Rizo.

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