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Un bufón anda suelto

Boadella es un caso clínico. Sólo alguien así es capaz de exiliarse por la persecución que según él sufría del nacionalismo imperante y plantarse encima en Madrid a poner en marcha los Teatros del Canal, bajo el reinado nada menos que de Esperanza Aguirre en esa Comunidad. Desde Catalunya, los sectores que le pusieron la cruz pensarían que con ese paso l´enfant terrible se retrataría para los restos y cavaría su propia fosa y, sin embargo, ya ha traspasado un encargo al que ha dotado de una manifiesta lozanía. En su despedida del año pasado, bajo los acordes de Paquito el Chocolatero, fabricó el enésimo testamento: «La nostalgia es un sentimiento que detesto.

Es el momento de recuperar mi libertad, que es la de nadar a contracorriente de la moral y los tabúes. Lo más atractivo y emocionante de montar unos teatros ha sido sentir al público. Es la droga dura que ha mantenido aletargada mi personalidad asilvestrada, rebelde y desobediente». Y ahora se pasea por los escenarios de la Piel de Toro haciendo una introspección de sí mismo, de todo lo que ha llevado a cabo en décadas de dar la vara con charme y de la gente con poder que lo ha sufrido y se ha revuelto a través de un trabajado monólogo envuelto en El sermón del bufón. Un gamberro, un provocador, un exhibicionista dotado de tal grado de sutileza como para consignar que «la venganza también tiene su lado higiénico y por eso hay que hacerla siempre en sentido inverso. Se trata de responder con un gran favor a alguien que te ha puesto a parir. Esta venganza es sibarítica».

Casi se expresa ya como Dalí, uno de los genios al que tampoco pasó por alto. Los estrenos de Els Joglars siempre trajeron una sacudida. Respecto a sus bandazos, se le cayeron mitos cuando se escapó de la cárcel con ocasión de La torna y la izquierda antifranquista prefería tenerlo dentro. Afortunadamente resulta imposible que una criatura de esta naturaleza se someta a disciplina alguna. De cualquier forma hay que concluir que, tras lo que viene descubriéndose, con Pujol anduvo algo tenue.

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