Ya conocen ustedes el mito del Ave Fénix que renace una y otra vez de sus propias cenizas tras quemarse. Algo parecido sucede con Compromís, que parece renacer de las cenizas, pero no de las propias, sino de las del PSOE. La relación de ambos en el tripartito ilicitano se asemeja a esas relaciones que se llaman tóxicas, que absorben la energía y no aportan nada.

Después de dos años de tripartito, si en algo se ha caracterizado Compromís ha sido, como dice la expresión, en no mojarse ni debajo del agua, ocultando su falta de compromiso político tras sus socios de gobierno. Ha mantenido esta actitud al mismo tiempo que, disimuladamente, mientras el PSOE se ahogaba intentando afrontar las decisiones más polémicas, alejaba con pequeños golpes por debajo de la mesa el salva-vidas, con la idea de mantenerse incólume, sano y salvo, para poder renacer de las cenizas de sus socios en las próximas elecciones municipales.

La opción de Compromís por una política discreta, sin riesgos y sin apuestas se puso de manifiesto, ya desde el inicio, en la naturaleza de las concejalías asumidas por el grupo, bien lejos de los temas espinosos y, por tanto, más políticamente neutras; lo que le permite esa situación a resguardo de sus socios socialistas. La defensa de los temas más polémicos ha sido más estética que fáctica no sólo en Elche, sino también en Valencia, a sabiendas de que el fracaso se añadiría, posiblemente, a la cuenta del PSOE.

Piensen, por ejemplo, en el caso del Mercado Central, cuya paralización definitiva, que puede parecer que defienden -nunca lo sabremos con seguridad-, está en manos de la Conselleria de Cultura que ellos mismos gobiernan, pudiendo zanjar el asunto casi en el acto. O piensen en el tema del hotel de los Arenales del Sol, que parece ser un asunto que no va con ellos, a pesar de que Mireia Mollà es la concejal de Turismo y Playas. Por cierto, a veces, me confundo y ya no sé bien si es diputada en Elche y concejal en las Cortes valencianas o al revés.

Esta misma semana la edil de Educación, Patricia Macià, con tono manifiesta y notoriamente contenido, les afeaba a sus socios de gobierno la falta de inversión en el mantenimiento de los centros escolares de primaria de nuestra ciudad, cuya competencia recae en la Conselleria del ramo. Entendemos que se trata de una cuestión estratégica con la intención de empezar a señalar la ruptura, porque aunque, de iure, la Conselleria d'Educació está dirigida por Vicent Marzà de Compromís, prácticamente, de facto, se da una bicefalia con Miquel Soler del PSOE como secretario autonómico. Por lo tanto, en todo caso, las responsabilidades en educación son compartidas.

La cuestión educativa, a mi parecer, es la más gravosa y flagrante. Si bien, hemos aplaudido en numerosas ocasiones sus propuestas y decretos; no sólo de palabras vive la política. Patricia Macià tiene toda la razón en su denuncia y tendría que haber añadido, además, la cuestión de los barracones que siguen perennes en los centros de secundaria; la Xarxa Llibres, que está mal planteada y diseñada, es injusta e insolidaria; los nombramientos discrecionales; el retraso, de nuevo, en los pagos de mantenimiento a los centros de Secundaria; la perpetuación, en gran medida, de la situación durante la crisis de la ratio de alumnos por aula, la subida de horas lectivas del profesorado, etc. En este sentido, por cierto, echo de menos mayor presión y denuncia por parte del sindicato mayoritario de la enseñanza pública, el STEPV, que parece haber desarrollado una comprensión y paciencia infinita. Es verdad que el listón estaba tan bajo que, comparado con el anterior Gobierno del Partido Popular, acérrimo enemigo de la enseñanza pública, habríamos aplaudido cualquier nombramiento como conseller de persona, cosa o animal con una sensibilidad mínima hacia la educación. Hasta en el nombramiento de Marzà, maestro de profesión, no se buscaba una persona adecuada para la Conselleria d'Educació sino que se buscaba una Conselleria para la persona. Recordemos que González Pons, Alejandro Font de Mora o María José Català fueron consellers d'Educació porque alguna Conselleria había que darles.

En cualquier caso, quizá le habría venido mejor al PSOE haber seguido la misma estrategia con la Conselleria d'Educació que Compromís sigue en Elche y haberlos dejado solos con la idea de que se hundan sin arrastrarlos. Mientras tanto, esperaremos en Elche a ver si Compromís nos demuestra que es capaz de gobernar antes de que se termine el mandato.