La falta de precipitaciones, que una vez más ha amenazado nuestra tierra en 2014, ha provocado una reducción de todas las producciones agrarias, exceptuando cítricos y algún que otro producto como la granada o la alcachofa. En secano, las pérdidas han sido catastróficas, del 90% y hasta el 100% en determinadas parcelas. En regadío, la situación tampoco ha sido nada halagüeña. Los costes se han triplicado al tener que incrementar los riegos y, pese a ello, no se han conseguido alcanzar las cantidades esperadas de frutas y hortalizas por la mala calidad del agua disponible.

Con toda la sed que hemos sufrido, pocas soluciones han sabido poner sobre la mesa quienes gestionan los recursos hídricos. Las reservas del Tajo para poder trasvasar al Segura se incrementaron, lo que hasta ahora ha provocado un encarecimiento del precio del agua que llega a través de la Mancomunidad de Canales del Taibilla y una mayor incertidumbre sobre los litros que podremos recibir para regar.

El Trasvase Júcar-Vinalopó también nos sigue llevando de cabeza. No quieren que pidamos el agua de Cortés de Payás, pretenden que nos quedemos calladitos cuando en el pasado vimos cómo defendieron a viva voz nuestras creencias y necesidades en manifestaciones multitudinarias. No es para menos, ésta es la única toma que garantiza agua para todos los usos. Los valencianos sólo se dignan a que nos llegue la de Azud de la Marquesa porque ahora se ha puesto muy de moda decir que no tienen agua suficiente. Sin embargo, son unos mentirosos, cuentan con volúmenes embalsados que triplican los nuestros y siguen regando a manta, desperdiciando una ingente cantidad de este preciado y limitado recurso. ¿Por qué quieren dar sólo el agua de la cola del río, que no sirve ni para regar, ni beber? Aún no he podido comprenderlo y mira que es un problema creado que me desvela desde hace años.

Así, con un año 2014 en el que hemos soportado la peor sequía que se recuerda desde que hay registros estatales de meteorología, no han sabido aportar soluciones definitivas. El riego de socorro de junio permitió salvar la situación, pero seguimos igual o peor que entonces. Necesitamos que apuesten y consoliden los trasvases y desde luego que tenemos que dar ejemplo de solidaridad en nuestra autonomía. No hace falta recurrir al Ródano, ni a la toma de Alarcón, que como diseñó su pensador, el queridísimo conseller José Ramón García Antón, sólo podría utilizarse en situaciones excepcionales porque durante el traslado del preciado líquido, hay que sortear elevaciones de terreno y los costes de la electricidad se disparan. Sólo resolviendo nuestros propios problemas, tendremos legitimidad para pedir los aportes de otras autonomías. Al menos, a final de año sí ha llovido y ahora el campo y la huerta alicantina lucen espectaculares y los productores recuperamos la esperanza y las ganas de seguir plantando.

Vemos como recuperamos el optimismo con poco. El empresario agrícola sigue queriendo trabajar sus tierras, seguir adelante con sus negocios y así ha quedado demostrado a lo largo de la historia. Aplicamos mejoras para incrementar los rendimientos de las plantas y árboles para poder obtener algo de rentabilidad, nos obstinamos en concentraciones parcelarias para poder mantenernos,? Recurrimos a lo que haga falta y sea necesario para poder seguir siendo agricultores pese a los eternos problemas que soportamos como la escasez de agua u otros que también quedan sin resolver, como la estructura del mercado, que también penaliza a los consumidores.

Como bien decíamos, las producciones se han visto reducidas, pero sorprendentemente, los precios no han sufrido variaciones lógicas. A diferencia de lo que podría ocurrir en otros sectores, en el de la alimentación, básico y de primera necesidad, no suben los precios al reducirse la oferta. Al contrario, han caído en picado, aunque hay ciertos productos como la almendra o el limón que han sabido mantener el tipo. Así, una vez más, me veo obligado a denunciar que no se cumple la Ley de la Oferta y la Demanda. El mercado agroalimentario, pese a su gran importancia, no es libre, sino que está manipulado por unos pocos.

Resulta muy revelador comprobar cómo, según los datos del Ministerio de Agricultura, los precios de frutas y hortalizas en campo disminuyen en un 6%, mientras que en los supermercados sólo lo hicieron en un 1%. Comprobamos cómo han seguido comprando más barato, pero no trasladan estas reducciones a los precios que ponen en sus tiendas. Una vez más, han seguido haciendo dinero a costa de productores y consumidores. Así, no es de extrañar que sigan indicando que han ganado una millonada en sus balances.

Reconocidos los abusos que se producen en la cadena alimentaria por parte del propio Gobierno e incluso del Parlamento Europeo, resulta fundamental seguir avanzando en medidas de mercado y ampliar leyes como la de Mejora de la Cadena Alimentaria. La agricultura, en España, es capaz de crear empleo y dinero, sólo hay que establecer bases más justas para que sean muchos los que se puedan ver beneficiados. Son ellos, los tan estimados socialmente políticos los que la capacidad de aprobar leyes para que así sea. Con los mismos problemas, pero con muchas ganas de seguir apostando fuerte por el sector, felicito desde aquí a todos los alicantinos y alicantinas que siguen dedicándose a obtener frutas y hortalizas de la mayor calidad, pese a los muchos sinsabores que, una vez más, quedarán pendientes de corregir en 2015. Mientras, a seguir disfrutando de unas merecidas y bonitas Navidades que ganárnoslo, nos lo ganamos a pulso.