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Nación y nacionalismos

A la luz de la visión histórica que la escritora Mª Elvira Roca Valera hizo en sus trabajos, me cuestiono un sinfín de términos que en éste nuestro país de mis entretelas, ponemos sobre el tapete sin analizar y con gran alegría, en particular, los términos nación, nacionalidades, nacionalismos, etcétera. Máxime hoy con el tema que ha desatado el conflicto catalán.

Ni quiero ni debo dogmatizar sobre el tema, ya que no soy erudito al respecto, si bien desde mis modestos conocimientos jurídicos, sí diré que el concepto de nación es una ficción jurídica que se ha ido manteniendo a lo largo de los siglos XIX y parte del XX y si profundizamos en nuestros diccionarios al uso sobre el vocablo nación, (Sopena 1974, Plaza y Janés 1972, María Molina 2008) todos coinciden en lo siguiente: «comunidad de personas que viven en un territorio regido por el mismo gobierno y unidas por lazos étnicos o de historia», y todos nos llevan a un concepto superior que es el de Estado, el cual supone «una Organización Política y no deja de ser una integración de pueblos con raíces históricas diversas que proporcionan la unión social económica y política». ( Trigo Chacón).

Y todo ello viene a colación, ya que es una disquisición de los actuales nacionalismos que nos invaden en toda Europa, y las ansias de protagonismo de los nacionalistas catalanes, vascos o gallegos, con símbolos algunos recientemente inventados como que la señera que en su origen (ahora reconstruida con la estelada) no representaba territorio alguno y era la señal real de la Casa Reinante en Aragón y ahora la estelada con grandes connotaciones de la Cuba revolucionaria.

En fin, el actual desafío secesionista que nos lleva a esa deriva tiene protagonistas en el tiempo ( Jordi Pujol, J. L. Rodríguez Zapatero, Pascual Maragall, Artur Mas, Carles Puigdemont) y ahora Torra, con su matraca diaria y recuerdo aquello que en su día dijo Zapatero: «España era una Nación de Naciones». Aquellos vientos han traído estas tempestades.

Cuando hablamos de nacionalidad, no deja de ser el vínculo que relaciona a una persona con el Estado y así desde el punto de vista jurídico, la Constitución es en primer lugar la norma que regula la estructura, composición, competencias y procedimientos de las instituciones del Estado, siendo el Estado de Derecho el Gobierno de las leyes y no de los hombres, y por cierto nada dice de la tan cacareada autodeterminación.

El imperio de la ley está por encima de los populismos que en muchos países se imponen frente a la letra de la ley, y cuando a algunos se les llena la boca de la palabra democracia recordando aquel «Estat Catalá» que floreció en los años 30 del pasado siglo, y recordando al movimiento «terra lliure» con ideólogos como Frederic Bentanachs, no deja de ser una vuelta atrás de todo aquello que gracias a Dios habíamos superado y que ahora nutre la biblioteca del presidente de la Generalitat.

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