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Deshumaniza, que algo queda

La lejanía con el paciente de la medicina y de la actividad socio-sanitaria

En el proceso de deshumanización, lento, seguro y perfectamente orquestado, al que asiste impasible la sociedad actual, encontramos cada día ejemplos que asientan en nuestra cabeza este camino emprendido ya hace tiempo y que va configurando un marco existencial que nos conduce a una vida en donde el ser humano y su esencia cada vez cuentan menos. La RAE define el concepto "deshumanización" como "la acción de privar de caracteres humanos", en un proceso ligado al poder, a la dominación y a la manipulación. Así es: nos están privando (con nuestra complicidad por inanición) de muchos de los caracteres que definen al ser humano, los que nos hacen crecer y actuar como PERSONAS (con mayúsculas). Decía el escritor uruguayo Eduardo Galeano que estamos en la cultura del envase, "en donde el contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más el cuerpo€". Y tiene toda la razón, ya que cada vez lo externo gana más terreno a lo interno, a lo propiamente humano, a lo verdaderamente importante. Tenemos multitud de ejemplos, pero voy a referirme hoy a uno que, por su naturaleza, jamás debería abandonar ese componente afectivo y humano y que, por desgracia, veo que día a día se va alejando más de su espíritu: me estoy refiriendo al campo de la Medicina o, ampliándolo más, al de la actividad socio-sanitaria en general. Hemos asistido, asistimos y, si nada lo remedia, asistiremos a una prolongada crisis sanitaria, en la cual el papel de la Medicina adquiere una importancia aún mayor de la que siempre ha tenido. Hay profesiones y profesiones, en las que el componente humano está más o menos presente, en donde el aspecto vocacional es más o menos profundo€ La Medicina y la actividad socio-sanitaria en su conjunto tienen y deben tener siempre el lado humano muy presente en su devenir diario. Pues bien, como decía anteriormente, también esta actividad se está deshumanizando. Durante estos meses de pandemia, hemos alabado el papel de los profesionales sanitarios, los hemos aplaudido diariamente, incluso los hemos premiado€, pero también ha quedado al descubierto ese proceso de deshumanización, con una cada vez mayor lejanía respecto al paciente y a su entorno, algo que, por la naturaleza de la crisis sanitaria, tal vez fuera necesario en su momento, pero que creo ha llegado para quedarse: menor cercanía, menor información, números frente a personas, "usuarios" frente a pacientes, técnicas frente a afectos€ No es un buen camino, porque de todos es sabido que, a veces, "un abrazo es la mejor terapia". Que se lo digan a nuestros mayores, los más olvidados y los más maltratados por esta crisis, que necesitaron tratamientos médicos, sí, pero que fueron desprovistos de los mejores remedios: los afectos. Se ha avanzado muchísimo en los aspectos técnicos y tecnológicos, sí, ¡fantástico!..., pero hemos retrocedido mucho en un aspecto esencial: el humano. Como decía al principio, este proceso de deshumanización avanza día a día y en todos los aspectos de nuestra vida y de nuestra sociedad (hoy sólo me he referido al campo socio-sanitario), pero, ¡por favor!, no lo hagamos extensivo a aquellas actividades en donde el factor humano está más presente, en donde la vida, tanto en lo físico como en lo anímico, es el valor esencial.

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