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Otra ley poco educativa

El Ministerio de Educación presenta hoy a los sindicatos las enmiendas a la 'Ley Celaá'

Tantas son las leyes que he soportado en mi etapa como alumno y como docente, que uno se inmuniza y las lee sin el menor interés e intentando ser imparcial, para poder realizar el curso que viene una programación adecuada a las mismas. 

El caso es que con esta nueva ley ha vuelto a demostrarse que en este país es imposible que la mayoría del arco parlamentario se ponga de acuerdo en algo tan importante como la educación. 

Pero lo peor, -o lo mejor-, de ello es que ya no me sorprendo y que la cantidad de incoherencias que se muestran en la misma, tales como el ataque a los centros concertados y privados, la promoción sin esfuerzo, la desintegración progresiva de los centros de educación especial o la eliminación del español como lengua vehicular, se veían venir en una nación en la que los poderes quieren que seas de unos u otros, para mantenerte dentro de una masa de borregos/as/es.

Prácticamente se han acabado los colores para ponerse lazos si uno pretende manifestarse, por lo que ahora el mío será transparente, como no lo son muchas de nuestras autoridades competentes.

Señora ministra, catedrática, "portavoza", "miembra", o lo que usted sea o quiera ser: yo voy a seguir defendiendo los valores que me inculcaron en casa, aunque le parezcan obsoletos y no esté de acuerdo con los mismos, porque algunos no podemos consentir tanto radicalismo, tanta manipulación y tanto desconcierto. 

Si no existe una ley educativa consensuada me temo que todavía vamos a sufrir unas cuantas más. Lo positivo es que la mayor parte de nuestros jóvenes, una vez más, vuelven a superarnos en civismo, en tolerancia y en ganas de aprender, acudiendo boquiabiertos a esta nueva situación de esperpento educativo. Ver para creer. 

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