Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Alejandro Cánovas Lillo

Figuritas en el Belén

Imagen del belén

Cuando los belenistas comenzamos la realización de un belén, lo primero que colocamos encima de la plancha soporte, son las figuritas de la escena que vamos a hacer. Se colocan por tamaños de mayor a menor para lograr el efecto de lejanía y se enmarcan en un ambiente urbano o rural, bíblico o popular, que constituye en sí mismo la esencia del belén: rememorar de una forma plástica el acontecimiento del Nacimiento de Jesús en Belén.

Los figuristas, sobre todo en la actualidad, intentan plasmar las actitudes de cada personaje de la manera más natural posible. Hemos pasado, por ejemplo, de la figura de María sentada, a la más natural, recostada y amamantando al Niño, y vemos también a José con Jesús en los brazos, bajo la atenta mirada de la madre. Vemos a María encinta, sentada por el cansancio del viaje mientras su marido pide posada; vemos herreros, labradores, carniceros, vendedores, lavanderas, viajeros… hay mercadillos, tertulias junto a la fuente, reuniones alrededor del fuego, acampadas bajo los palmerales, patios de vecindad… un reflejo de la actividad de la gente del pueblo y también de la ciudad actual. Ese es el verdadero belén: el ambiente alrededor de la gran noticia que sorprendió a todos en sus labores cotidianas.

Este año la noticia inesperada de la pandemia también nos ha sorprendido en nuestras tareas y nos ha dejado estáticos en nuestras casas durante semanas interminables y bajo una amenaza de contagio desconocida y traidora. Pero como las figuritas del belén un año más, hemos empezado a mostrarnos activos queriendo volver a la normalidad lo antes posible. La hostelería, el turismo, el ocio, la cultura, el abastecimiento, las fábricas, todo desea ser como antes. La convivencia social y familiar se resiente ante el desconocido virus mientras la ciencia lucha por encontrar el remedio contra la enfermedad y la muerte.

La humanidad entera espera ansiosa la llegada del remedio a la pandemia, como el pueblo elegido esperaba la venida del Mesías, signo de la liberación, hecho que nuestros belenes recogen de mil maneras diferentes según la imaginación del belenista. En estas fechas todos queremos celebrar la Navidad con reuniones familiares, con compras, con calles profusamente iluminadas, con música y con alegría. Pues hagámoslo con el espíritu del belén:

Múltiples son las escenas de un belén, todas ellas siempre con mensaje: Una doncella, María, recibe el anuncio del ángel Gabriel de que va a ser madre del Salvador. El belén nos trae un mensaje de esperanza: ¿Cuántos, ahora, desearíamos recibir un anuncio de salvación en forma de vacuna que pronto nos libre de la amenaza de la pandemia? Seguro que, expectantes, esperamos y contamos los días que faltan para que nos apliquen el remedio con un pequeño pinchazo. Muchas ciudades han buscado en la iluminación de sus calles la forma de animar a sus ciudadanos a celebrar la Navidad; en el belén unos pastores reciben en la noche a unos Ángeles que les alumbran y anuncian el Nacimiento de Jesús, y unos viajeros de lejanas tierras siguen la luz de la Estrella hasta encontrar al recién nacido. Estamos ansiosos de estar rodeados de luz, de ver la luz en el horizonte, de ver iluminadas nuestras vidas.

Queremos que nuestra convivencia se desarrolle en paz y sin miedos, en un ambiente de normalidad, lo mismo que los habitantes de Belén que ponemos en nuestros belenes en forma de labradores, vendedores, artesanos, viajeros… en medio de los cuales nace un Niño que es el Enmanuel, Dios con nosotros. Y entre esos vecinos también encontramos a quienes envidian el progreso o lo niegan, como el Herodes que provoca la tragedia de los Inocentes y la huida a tierras lejanas. Ese grupo de figuras también lo vemos en nuestra realidad mundial generando hambrunas, destierros y migraciones masivas.

Pero también tenemos en el belén, el grupo de la Familia de Nazareth, reflejo de tantas familias que forman la sociedad y que contribuyen al progreso con su trabajo, (de carpintero como José), con su estudio (el Niño crecía en edad y gracia), y con su convivencia en paz (“María lava ropa y tiende en el romero”, cantamos). Todos estos grupos de figuras son el reflejo de nosotros mismos, con nuestros anhelos y nuestras circunstancias. Y hoy, más que nunca, el belén, con sus figuras, nos invita a mejorar, esperar y tener confianza en que una luz nos guiará y nos remediará. Esas figuras nos traen el mensaje alegre de la Navidad; celebremos estos días como la mejor señal de que somos los destinatarios de la Noticia que iluminó al mundo hace dos mil años y sigue haciéndolo ahora.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats