Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Joaquín Rábago

Se resquebraja la unidad europea en materia de vacunación

Israel comienza su campaña de vacunación a palestinos con permiso de trabajo

Conforme se demuestran los fallos de la estrategia europea en materia de vacunación contra la Covid-19 aumenta la impaciencia de algunos países y se resquebraja la unidad del continente.

Varios gobiernos europeos han resuelto tomar el asunto en sus manos y apostar por las vacunas desarrolladas en Rusia o China con el argumento de que sobre todo la primera, la Sputnik V, ha demostrado ya su valor.

Según la prestigiosa revista médica británica, The Lancet, la vacuna rusa tiene una eficacia del 90 por ciento, con lo que se aproxima a la de Biontech/Pfizer, y deja muy atrás a la británico-sueca AstraZeneca, ya aprobada para su uso en Europa.

Eslovaquia quiere comprar dos millones de dosis de la Sputnik V mientras que otros dos países pequeños, Austria y Dinamarca desean aliarse con Israel, el país que más eficacia en vacunación ha demostrado hasta ahora pero que al mismo tiempo retrasa cruelmente la vacunación en la Palestina ocupada.

Incluso la supuestamente virtuosa Alemania está a su vez negociando por su parte la obtención de dosis adicionales de Biontech al margen del mecanismo de compra conjunta puesto a punto por la UE.

Los europeos están en general desencantados de la estrategia negociadora de la Comisión presidida por la alemana Ursula von der Leyen en su trato con las farmacéuticas y la acusan de no haber sabido aprovechar la fuerza de la unión de veintisiete países con cerca de 450 millones de habitantes.

El colmo es que las vacunas desarrolladas en Europa – las dos citadas de Biontech y Astrazeneca, además de otras, todavía en fase de ensayo, se beneficiaron de miles de millones de euros aportados por distintos Estados y la propia Comisión.

El Banco Europeo de inversiones concedió también en su día al laboratorio alemán Biontech un préstamo de cien millones de euro para el desarrollo y producción de su vacuna, al que sucedió una financiación de 375 millones a cargo del ministerio alemán de Investigación.

Como denuncia Le Monde Diplomatique, a pesar de la cada vez más estrecha conexión entre investigación de base, fondos públicos y el sector privado, “no deja de fortalecerse el derecho de propiedad intelectual” de los laboratorios privados.

Los fondos públicos, añade, contribuyen mediante a los sistemas nacionales de salud a la solvencia del mercado farmacéutico, que funciona según un mecanismo de subastas: los países han de competir entre sí para conseguir el mejor precio, aunque se les hagan luego rebajas en función del volumen de ventas acordado.

Muchos se preguntan cómo es posible que, en una situación de emergencia sanitaria global, sumada a la de crisis económica, y con el precedente de los millonarios fondos públicos desembolsados se sigue defendiendo a machamartillo el sistema de patentes con el argumento de que, de no ser tremendamente lucrativo, el sector privado dejaría de investigar.

En el caso de Francia, por ejemplo, existe un decreto que data de 1959 que autoriza al Estado a suspender las patentes en los casos de insuficiencia de la calidad o cantidad de un producto, pero también cuando el precio de un fármaco indispensable para la salud pública resulta exageradamente elevado.

Se recuerda a este respecto que Estados Unidos, uno de los países que más defienden el derecho de patentes, no ha tenido, llegado el caso, el mínimo escrúpulo en amenazar a un laboratorio europeo con el recurso a las llamadas “licencias obligatorias”, es decir la suspensión de ese derecho.

Es lo que ocurrió, por ejemplo, cuando después de los atentados de Nueva York del 11 de septiembre, los bioterroristas enviaron cartas con ántrax, y el Gobierno de EEUU presionó al laboratorio alemán Bayer, que tenía el antídoto contra esa enfermedad, y le forzó a rebajar su precio bajo la amenaza de suspender en caso contrario la patente.

¿No sería lógico, se preguntan muchas ONG, preocupadas sobre todo por lo que sucede en el mundo en desarrollo, condicionar la financiación pública y la estrategia de reducción de riesgos al compromiso de los laboratorios beneficiados a moderar los precios de fármacos de los que depende la salud de millones?

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats