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Juan Carlos Padilla Estrada

Las crónicas de Don Florentino

Juan Carlos Padilla Estrada

¿Lobos o corderos?

Evolución de la distribución del lobo en España

Thomas Hobbes: El hombre es intrínsecamente malo y violento, un lobo, y el Estado es quien debe controlar su maldad intrínseca.

Jean-Jacques Rousseau: Los hombres –y las mujeres- son naturalmente bondadosos y es esta sociedad la que les corrompe.

Bueno, se trata de una polémica tan antigua como irresuelta. Aunque no por falta de intentos.

Margaret Mead, antropóloga americana, creyó descubrir el paraíso en Samoa, allá por 1925. Allí encontró gente sencilla que vivía en armonía con la naturaleza y donde la “guerra era solamente una invención”.

Muchos años después, otro antropólogo, Napoleón Chagnon, se desplazó hasta la frontera entre Brasil y Venezuela para estudiar las tribus yanomamis. Esperaba encontrar angelitos parecidos a los de Samoa, pero lo que encontró fue feroz violencia: maltrato familiar e interminables guerras y saqueos entre poblados vecinos. Observó que una cuarta parte de los hombres moría violentamente, y dos de cada cinco participaban en al menos un homicidio a lo largo de sus vidas. Además, Chagnon llegó a la conclusión de que la violencia tenía su recompensa, porque los asesinos eran padres de tres veces más hijos que los hombres pacíficos. Algunos años después la Asociación Antropológica Americana censuró oficialmente sus métodos de trabajo y rescindió su informe, algo inusual.

Poco más tarde, un investigador neozelandés revisó el trabajo de Margaret Mead, y encontró que la antropóloga no se había integrado en la vida de los indígenas y constató que ellos le contaban historias completamente fuera de la realidad. Además, revisó los archivos policiales que arrojaban tasas de muerte violenta más altas que Estados Unidos.

¿Entonces?

En 2017, el historiador Ian Morris publicó un libro donde defendía la guerra como motor del avance de los humanos. Y sostiene que las sociedades han crecido y se han pacificado, que la civilización ha ido transformando al lobo en cordero. Y que la guerra ha hecho a la humanidad más segura.

De hecho, hay muchos datos que demuestran que el mundo es más pacífico ahora que nunca. Que existen menos crímenes y guerras es cierto, y esto se interpreta como fruto del efecto civilizador de la propia guerra, con la creación de Estados cada vez mayores, más pacíficos y más florecientes.

Solo unos datos: En el Paleolítico entre el 10 y el 20% de los humanos morían por causas violentas; en el siglo XX —con la historia de guerras mundiales bien conocidas—, “solo” ha muerto un 1%-2% del total por estas causas.

Harari, autor de éxito, lo resume así: "En 2012, murieron en todo el mundo unos 56 millones de personas, 620.000 a consecuencia de la violencia humana (la guerra mató a 120.000 personas y el crimen a otras 500.000). En cambio, 800.000 se suicidaron y 1,5 millones murieron de diabetes. El azúcar es ahora más peligroso que la pólvora".

Pese a todo, la polémica sigue sin estar zanjada. ¿El humano se transformó de lobo a cordero? ¿La guerra dio origen a la paz y la felicidad?

No sé ustedes, pero yo no acabo de fiarme, al menos cuando comienzo a hojear un diario o a escuchar un informativo.

¿El espectáculo que nos suelen brindar nuestros políticos es el fruto de la larga evolución de la civilización o se parece más a las disputas neolíticas?

¿Somos buena gente, en general, o una panda de sangrientos mamíferos a medio civilizar? En la película “2001, una odisea del Espacio” el espíritu creador se erige en forma de monolito frente a una horda de simios, y la chispa que le hace saltar de primate a sapiens es el darse cuenta de que armado con un hueso es capaz de matar a su oponente. Y eso marca el punto evolutivo que convierte al primate en la criatura que somos todos nosotros.

Quizá esto explique algunos comportamientos… a lo largo de nuestra historia… Denle una vueltecita…

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